sábado, 25 de octubre de 2008

La teoría de la relatividad y su relación con el relato de la creación en el Génesis


Estimado amigo Alter Ego:

He leído tu afirmación de que el Génesis es un relato alegórico. En términos generales, yo no estoy de acuerdo con lo que afirmas. Siempre se ha dicho que la teoría de la Selección Natural de Charles Darwin (1809-1882) desentona por completo con el relato de la creación en seis días que aparece en el Génesis.

Pues bien, las más modernas teorías de la Física demuestran que existen asombrosas revelaciones científicas en el Génesis, que no son incompatibles con las teorías evolucionistas.

Es muy ambiciosa la explicación que pretendo abordar ahora, pero dentro de mis posibilidades voy a intentar abrir un poco de luz en esta cuestión. Para ello necesito hacer algunos preámbulos explicativos.

Hasta comienzos del siglo XX, la visión del universo que prevalecía en el mundo de la Física era la establecida por Isaac Newton (1642-1727) en sus "Principios matemáticos de filosofía natural". Según la misma, el tiempo y el espacio eran independientes e inmutables. El espacio era un espacio euclídeo tridimensional, en el cual era sencillo definir matemáticamente los fenómenos observables en la vida cotidiana. Se pensaba asimismo que el espacio estaba impregnado de un fluido llamado éter, cuya presencia condicionaría la velocidad de la luz, según la dirección que siguiera en su propagación a través de aquél: si la luz se movía a favor del movimiento del éter, iría más rápida; si se movía en contra del movimiento del éter, iría más lenta.

Sin embargo, la experiencia del interferómetro de Michelson-Morley en 1887 demostró que la velocidad de la luz era siempre la misma, independientemente de la dirección seguida en su propagación. De esta forma, se echó por tierra la construcción hipotética-deductiva del éter. La constancia de la velocidad de la luz fue la piedra de toque sobre la que se asentó el revolucionario edificio de la teoría de la relatividad de Albert Einstein (1879-1955).

Según esta última, la visión e interpretación de un fenómeno físico depende del lugar en el que se sitúa un observador. La caída de un objeto desde lo alto de un edificio será apreciada de forma diferente por un observador situado en una ventana del edificio y por otro observador situado en la acera de enfrente.

He aquí, a modo de síntesis, las principales implicaciones de la teoría de la relatividad, la cual ha sido verificada por todos los fenómenos observables y los experimentos realizados al efecto (examen que no ha podido superar la física de Newton, pues su edificio se viene abajo a velocidades próximas a la de la luz):

1. La velocidad de la luz en el vacío (300000 kilómetros por segundo) es constante en todo el universo.

2. La masa y la energía de los cuerpos son caras de una misma moneda; una pequeña cantidad de masa contiene una enorme cantidad de energía… A las explosiones nucleares me remito.

3. El tiempo y el espacio son relativos, es decir, no adoptan la misma forma para dos observadores distintos en distintos puntos de referencia.

4. La masa de un cuerpo crece enormemente a velocidades próximas a la de la luz, y, en virtud de las transformaciones de Lorentz, la longitud de los cuerpos se contrae y el tiempo transcurre más despacio. De aquí parte la famosa Paradoja de los Gemelos, que se resume en que si un individuo terrestre emprende un viaje interespacial a la velocidad de la luz, a su regreso a la tierra encontrará a todos sus amigos y seres queridos convertidos en ancianos, mientras que él apenas si habrá envejecido (un mes en la nave sería como cincuenta años en la tierra)... Esto es real, y se ha probado con cronómetros muy precisos a bordo de aviones supersónicos.

5. El tiempo y el espacio no son independientes, sino que constituyen una misma cosa, adoptando una forma geodésica, descrita por Bernhard Riemann (1826-1866), en la que se basaría la teoría de los espacios cuadrimensionales de Hermann Mikowski (1864-1909). En términos simples, el espacio-tiempo sería como una sábana estirada por los cuatro extremos. Los objetos situados sobre esa sábana universal crearían deformaciones en la misma. Por esas deformaciones circularían los rayos de luz. Cuanto más masa tuviera el objeto, mayor sería la deformación y, como la velocidad de la luz ha de ser constante en el espacio-tiempo, la única forma de salvar este compromiso es dilatando el tiempo para recorrer longitudes mayores; y de ahí se demuestra que el tiempo no es independiente del espacio, porque si lo fuera se tendrían que alcanzar velocidades mayores que la de la luz, y eso es imposible. En definitiva, en objetos con mucha masa el tiempo transcurre más despacio al ser mayor la deformación que ocasionan en el espacio-tiempo.

6. Según los modernos estudios cosmológicos y teniendo en cuenta todas las evidencias experimentales, el universo arrancó de una singularidad, es decir un punto muy masivo, que dio lugar a un enorme desprendimiento de energía y a la dispersión de innumerables cuerpos másicos que se fueron creando a la vez que el espacio-tiempo. Es decir, el universo y los cuerpos celestes se fueron extendiendo a partir del momento de la explosión inicial (Big-Bang). No olvidemos que en el punto de partida había mucha masa concentrada, y, aplicando la teoría de la relatividad, el tiempo marcharía más despacio. Luego, conforme la masa se fuera dispersando por el espacio-tiempo, el tiempo circularía más deprisa al no estar la masa tan concentrada.

7. Teniendo en cuenta evidencias reales como la radiación de fondo del universo, el desplazamiento al rojo (alejamiento) de los cuerpos celestes y el cálculo realizado con la constante de Hubble, se ha estimado que la edad del universo desde el Big-Bang oscila entre los diez mil y los veinte mil millones de años.

Todo esto es lo que la ciencia moderna sostiene en el asunto de la creación... Llegó el momento de unir las piezas del rompecabezas con las afirmaciones de la Biblia. Muchos verán ahora que el relato de la creación en el Génesis no desentona con lo que la ciencia sostiene como evidente. Me gustaría tener delante a Charles Darwin en este momento.

En un versículo de la Biblia aparece implícita la evidencia de que el tiempo es relativo, como antes hemos indicado: "Porque mil años son para ti como un día" (Sal 90, 4). Pues bien, en el relato de la creación (capítulo 1 del Génesis) el tiempo ha de considerarse desde una perspectiva relativista. Enumeremos, en base a esto, los distintos períodos en la historia del universo. Vuelvo a insistir en que cuando hay más masa, el tiempo transcurre más despacio; al principio la masa estaba más concentrada, y después, con la expansión del espacio-tiempo, se fue haciendo más dispersa.

Veamos qué dice el Génesis y su interpretación relativista:

Dia 1: Se creó la luz y el cielo y la tierra. Hubo de durar ocho mil millones de años, para que se formaran las estrellas y las galaxias.

Día 2: Se formó el firmamento. Duró tres mil setecientos millones de años. Se formó la Vía Lactea y todo lo que se observa desde la tierra.

Día 3: Se formó la tierra y el mar y aparecieron las plantas. Duró mil setecientos millones de años, en los que la tierra se enfrió y surgió el agua en estado líquido, donde se formó la vegetación marina y las primeras bacterias, células que los biólogos llaman “premoneras”.

Día 4: Aparecen el sol y la luna y las estrellas en el firmamento. Duró mil millones de años, durante los cuales se iniciaron los procesos de fotosíntesis, se generó el gas oxígeno, y, en consecuencia, la atmósfera se tornó transparente, permitiendo visualizar los cuerpos celestes.

Día 5: Las aguas se pueblan de vida y aparecen las aves. Duró quinientos millones de años. Estudiando los registros fósiles, en este período aparecieron los seres pluricelulares, la fauna marina y los primeros animales voladores.

Día 6: Aparecen animales domésticos, reptiles y animales feroces; y después aparece el hombre. Duró doscientos cincuenta millones de años. En este lapso de tiempo, en el período Pérmico, hubo un meteorito que impactó sobre la tierra e hizo que los grandes reptiles se extinguieran, junto con un tercio de los insectos. Luego la tierra fue repoblada de nuevo, y, al final de la cadena de la evolución, apareció el hombre.

Si se suman todos los períodos bíblicos (que ya no días) acaban totalizando quince mil millones de años, que precisamente concuerdan con las últimas evaluaciones de la NASA para la edad del universo.

Aquí tenemos un ejemplo palpable de que ni la ciencia ni la teoría de la evolución están en desacuerdo con las revelaciones bíblicas.

Estoy convencido, amigo Alter Ego, de que te sentirás tan entusiasmado como yo. Sólo espero no haber liado a nadie en mi intento por explicar la teoría de la relatividad.

Así que, volviendo a lo anterior, el Génesis es un relato alegórico hasta cierto punto. En el mismo hay metido más de lo que parece.

¿Qué? ¿Viene o no viene a cuenta creer en Dios y en su palabra? Jejeje.

Un cordial saludo.

El jardinero de las nubes.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enhroabuena por tan buena exposición.
Sin duda hablar desde el conocimiento da mas interés al texto. Te felicito y sin duda, la respuesta está clara.
Un abrazo.