Probablemente la vida sea mejor de lo que nos imaginamos; es muy raro
que sea peor que el alcance de nuestra imaginación.
Los años han transcurrido y me doy cuenta de que si bien conocí a
mucha gente, a casi nadie retuve a mi lado. Se tiende a pensar que son los demás
los que se equivocan con respecto a nosotros; pero yo siempre creí lo
contrario: algo dimanaba de mí que mantenía apartados a mis semejantes.
Por una vez, no voy a hacer apología de mis defectos. Por una vez me
sentiré satisfecho de los caminos que seguí. No puedo pasar el resto de mi vida
creyendo que yo mismo he sido un error en los planes de la creación.
La Navidad es una de las cosas de la vida por la que me siento
verdaderamente agradecido. Aunque mis creencias religiosas se entibiaron
bastante, sigo creyendo en ese niño del pesebre, cuyas palabras tanto sentido
dieron a lo que mi vida me deparó. Sufrir para luego reír, esperar para luego
disfrutar… Acaso la felicidad sea un camino y no una meta. Los sueños no tienen
por que ser peor que la realidad, aunque posiblemente nunca adquieran
existencia.
Quiero felicitar a quienes forman parte de mi vida, a los que conocí y
nunca más supe, a los que creyeron que yo era mejor de lo que soy, incluso a
los que inspiré desprecio. Quiero desear la paz que conquistó aquel hombre que
fue colgado de un madero. Aquel hombre que una vez fuera niño, y de eso se trata
ahora: la infancia es la raíz de un árbol que extiende sus ramas al cielo. Adorar
a un niño no puede ser malo. El grano de trigo, aunque muera, acaba volviéndose
mies fecunda.
A los que entren y crean entenderme, acepten mis disculpas y tengan la
certeza de la sinceridad de mi deseo navideño y no olviden que yo sólo encontré
una forma de vivir. Ya no hay quien me corrija.
FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO.
Julián Esteban Maestre Zapata (el jardinero de las nubes).