miércoles, 31 de mayo de 2017

Soledad a la orilla del mar



Nadie veía
quién caminaba
a su lado.
Pero sus labios
murmuraban,
sus dedos
se estremecían,
soltaba risas
y, en el momento solitario
de la noche,
corrían afluentes
de estrellas
por sus mejillas.

Estoy esperando
a que el día asome
y pueda admirar
el rostro
de la que va
a mi lado.

El sol alumbraba
su nacimiento,
y el caminante
seguía las huellas
del mar
en su reflujo,
siempre sonriente,
venciendo el peso
de sus piernas,
que ya no eran
juncos flexibles
de la ribera.
Se quedaba absorto
mirando las manchas
de luz
en los regatos
de la bajamar.

La que busco
está a mi lado,
no es una huella
de aire
como todos piensan.
Pero ¡que no vuelva
la noche solitaria!
El recuerdo vivirá
en el resplandor
de mi verano. 


Santander, playa del Sardinero, viernes 10 de julio de 2015

Por Julián Esteban Maestre Zapata (el jardinero de las nubes)


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