Bendice, alma mía, la
soledad de toda una vida. ¿Recuerdas que te hicieron creer que era necesario
poner tu confianza en otras personas? ¿Qué beneficio te reportó hacerlo? Sólo
una mano te basta para contener la cosecha de amistades que lograste hacer en este
mundo. Es muy posible que la equivocación esté de tu lado, que erraras tus
planteamientos, pero la soledad debía de ser como un sello que llevaras en tu
frente, abría distancia entre tú y el mundo de las personas, revelaba las
incapacidades que casi nadie quisiera tener... No dejes de alegrarte de haber
superado la mitad de tu vida sin caer en tierra, sin que la planta del odio, la
envidia y el resentimiento arraigara en tu interior. Bendice la hora en que,
pese a la enormidad de tus pecados, descubriste que tenías lágrimas para
derramar y que podías sentir compasión sin desear que nadie la tuviese de ti.
Alégrate de la vida que queda a tus espaldas, pese a tantos errores cometidos,
de la vida que aún te queda y de la que tal vez no conozcas como la otra vida.
Tus creencias, la religión que profesaste, no precisaban de los templos a los
que acuden las personas, pero fue hermoso sentir todo eso tan dentro de ti,
aunque comprendiste que al final los océanos terminan por vaciarse; no dejes de
reverenciar esa pequeña lagunita en la que se saldó tu melancólica vida
espiritual... Da gracias porque sigues caminando, porque continúas poseyendo
unos pensamientos que aún se te antojan incomprensibles y porque sigues
intuyendo mensajes a la vista de los pájaros y de las flores que adornan los
bordes del sendero... No llames angustia a lo que no merece la pena, y valora
tener una familia, escuchar alguna palabra amable que tus labios no hayan
pronunciado, tantas cosas simples que se escapan a la percepción del instante...
Y si el sufrimiento ha de presentarse una vez y otras ciento, que no te
encuentre desesperado; todo pasó o se solucionó de alguna manera, y el sol
continuó su marcha a pesar de las heridas de la conciencia... No temas, aunque
siguieran diciéndote lo que debías hacer para encauzar tu vida, te volviste un
hombre... Alégrate, porque alegrarse nunca ha dolido, y aprende a amar de
lejos, sin desechar la esperanza de que las ilusiones terminen por acercarse
algún día... Alégrate, alégrate siempre.
Ciudad
Real, madrugada del 4 de mayo de 2017
Por
Julián Esteban Maestre Zapata (el jardinero de las nubes)
2 comentarios:
Gracias, amigo Julián, por estas hermosas palabras que nos ayudan a seguir viviendo a pesar de todos los sinsabores que la vida nos presenta.
Un abrazo
A. Morena
Alégrate, porque alegrarse nunca ha dolido, y aprende a amar de lejos, sin desechar la esperanza de que las ilusiones terminen por acercarse algún día...
Me han gustado estas palabras, puede que interprete mal como ya ha pasado en otras ocaciones, igual, no dejan de ser palabras de esperanza, aunque sea del tamaño de UN granito de mostaza.
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