domingo, 6 de abril de 2014

La mirada del niño y del turista


En la sesión del 26 de marzo, empezamos el Taller de Escritura Creativa con la lectura de un poema de Jacques Prévert, que a continuación se transcribe:

DESAYUNO
Él puso el café
En la taza
Puso la leche
En la taza de café
Puso azúcar
En el café con leche
Con la cucharilla
Lo revolvió
Bebió el café con leche
Y reposó la taza
Sin hablarme
Encendió
Un cigarrillo
Hizo círculos
Con el humo
Posó las cenizas
En el cenicero
Sin hablarme
Sin mirarme
Se puso de pie
Se puso
La gabardina
Porque llovía
Y partió
Bajo la lluvia
Sin una palabra
Sin mirarme
Y yo, yo tomé
Mi cabeza con las manos
Y lloré

Este poema servirá de base para el ejercicio final del taller, pero en la inmediata se nos pidió que elaborásemos el guión de un relato, respetando los elementos fundamentales del poema, y dando respuesta a una serie de preguntas básicas sobre las circunstancias del relato. En mi caso, ésta es la propuesta que hice:

APUNTE PARA UN RELATO
¿Cuándo y dónde?
En Bilbao, comienzo de los años 80 del pasado siglo. Una mañana de lluvia torrencial, en la terraza acristalada de un ático con vistas a la ría del Nervión.
¿Quiénes?
Un hombre frisando los 40, y una mujer que rebasa los 55. Han sido amantes durante 5 años.
¿Qué sucede?
Ella ha dejado de ser atractiva para él. Él no se lo dice, pero esa mañana no rompe su silencio; desayuna y fuma su cigarrillo. Ella, que lo conoce bien, intuye lo que pasa; sabe que va a tomar una decisión crucial. Él termina de desayunar, aplasta su cigarrillo contra el cenicero, se coloca su gabardina y sale a enfrentarse con el rigor de la lluvia. Ella sabe que no va a volver, y las lágrimas revientan en sus ojos.

Seguidamente, estuvimos trabajando la técnica de la mirada del niño y del turista en literatura. En definitiva, se trata de ver hechos cotidianos como si fueran maravillosos y nunca vistos. Inspirándonos en la lectura de dos textos de Cortázar, la monitora nos pidió que relatásemos cómo explicaríamos a un extraterrestre algunas acciones cotidianas (bailar, abrir un grifo, estornudar, silbar o pintarse los labios). Teníamos que escoger dos acciones y se nos dieron cinco minutos para acometer la redacción. En mi caso, produje estos dos textos:

ESTORNUDAR
Sé que me estás mirando a través del espejo. Sientes tanto miedo de mí como yo de ti. No puedo moverme de mi rincón en el sofá. Tienes cabeza pero no ojos, cabellos pero no rizos, me das mucho miedo. Sí, tu gesto se desplaza de un lado a otro del espejo, mientras yo estoy aquí inmóvil, leyendo el libro que tenía entre mis manos antes de que aparecieras. Éstas me sudan, noto el aire cargado de polvo pesado e irritante, las aletas de la nariz me oscilan, la tráquea se me pone rígida, las cuerdas vocales se desafinan… Me asfixio, tengo que hacerlo… Se libera de mis labios un bronco y húmedo sonido, que a ti te parece eclosión de supernova, cañonazo de amenaza, el terror de lo que temes que te ocurra.
Desapareces por un momento del rectángulo del espejo. Pasa el rato y nada ha cambiado. Te atreves a mirarme de nuevo. Ya nuestro miedo compartido se ha disipado. La bruma se vuelve transparente entre nuestros rostros.

ABRIR UN GRIFO
En el espejo del baño vuelve a aparecer tu rostro. Ya miras sin recelo cómo abro el grifo. Se te figura agujero de gusano, criadero de estrellas, cielo de lluvia. Te gusta. ¿Es así como sonríes?

Para casa, la monitora nos pidió que siguiésemos el ejercicio con otras dos acciones, a las que podríamos añadir alguna más de las propuestas. A este fin, he preparado estos dos textos que presentaré en la próxima sesión:

AFEITARSE CON NAVAJA
Sabes de antes, porque me has visto prepararme un emparedado, que un cuchillo puede ser un arma terrible. Por eso creo apreciar tu turbación cuando observas cómo me llevo esta especie de cuchillo al cuello. Se llama navaja barbera, y te advierto que está mucho más afilada que el cuchillo que antes has visto. Hace falta un trozo largo de cuero sin curtir para asentar el filo de la navaja, porque si el mismo es deficiente, corro peligro de rebanarme la yugular; fíjate en los movimientos oscilantes sobre el pedazo de cuero: se diría una barca corriendo bordadas en un mar en resaca.
Después hay que preparar la nieve de jabón. Uso para ello esta brocha, adecuadamente humedecida, que es como pólipo oceánico y del color de las canas de una cabeza ultrajada por el tiempo, si bien con mayor carga de densidad. Aprieto la pella de jabón sobre los pelos remojados de la brocha, y la nieve se materializa con un murmullo placentero. Ahora la extiendo por mi rostro, que por un momento pierde todo semeje de rastrojo en la consumación del verano.
Viene ahora la parte más arriesgada del afeitado, que no por ser operación trivial requiere menos esmero y vigilancia. Noto que  te estremeces mientras practico estos espantables movimientos. La navaja arrastra consigo nieve y rastrojo diezmado. Mi rostro queda terso y brillante, como salón de baile en el preámbulo de una fiesta. Si mi pericia no es la adecuada, surgen breves veneros de sangre; nada que no se pueda solventar con la pasada de la piedra de alumbre, cuya cerúlea tonalidad te despierta recuerdos de la luna, el último astro en que se fijó tu mirada antes de dar por concluido tu viaje a la Tierra.
No lo olvides, el afeitado es labor netamente humana, es vanidad necesaria e higiene forzada, es necesidad de pronunciamiento núbil, ritual de relajación y combate contra el tiempo que todo lo desfigura. Ser terrestre tiene sus tristezas… pero también sus excelencias.

SILBAR
Oyes el viento de frente, o lo oyes tan tenue como una vigilia entre el rocío de las flores. Si tuvieras labios, podrías hacer lo que yo: los contraerías, pulsarías el diapasón de tus pulmones, dejarías que el viento se canalizara entre tus dientes y ya lo tendrías: vulgo silbido, melodía de pájaro, piropo de senectud, asombro como el tuyo, prosodia de aburrimiento, trabajo rutinario realizado con acierto y primor… Silbar no es algo que se aprenda, es algo que puede enseñarse. ¿No lo entiendes?


Julián Esteban Maestre Zapata (el jardinero de las nubes).



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