En medio de la vida, que prosigue su imparable
decurso, apunta la cercanía de una nueva oportunidad a la esperanza. Termina un
año de desventura y frustraciones, en el plano personal y en la escena mundial.
Miramos más allá de las miserias cotidianas, y se alza el fulgor de la sangre
de las víctimas de los terribles atentados que han cubierto de lágrimas el
rostro de Francia. Dicen las estadísticas que cada tres segundos muere un niño
en el mundo, en África hay hambrunas y guerras continuas, cuando no genocidios,
y no parece sino que nos hemos acostumbrado. Centroamérica también escribe en
las páginas del terror: muertes y violencias en México, Guatemala y Colombia,
el fantasma del narcotráfico, la droga manchada de sangre que es consumida en
Estados Unidos y Europa... Éste es el mundo, ésta es la tierra en la que Jesús
volverá a nacer.
Hace tiempo que claudiqué de mis ideas, que dejé
de apreciar lo divino en todo lo que nos rodea, que sentí que mis pensamientos
me alejaban día a día de los grandes ideales que esbocé en mi juventud. Tal vez
me enfrento a lo que se conoce como la muerte en vida.
Creer en Dios sin esperar nada de Él, sentirse
como la hoja segregada del árbol del paraíso. Sólo hay una vida y el gris de
los años que vienen ya han cubierto de ceniza mi alma.
Pero Navidad está en la siguiente esquina del
almanaque. Un niño nació sin cobijo en medio de la noche, cuando ya existían
los palacios y los humildes oprimidos por los poderosos. Una razón de peso para
que los pastores abandonaran el abrigo de sus apriscos y majadas y acudieran a
adorar la luz que aniquila las tinieblas. Una historia tantas veces adornada
pero tal vez tan triste como venir a la vida sin recursos. Ese niño creció y
vivió, y tuvo tiempo de brindarnos una gran lección que hoy más que nunca es
necesario traer a la memoria.
Hay cosas que dan lugar al llanto, pero hay otras
que merecen celebrarse. Navidad es el momento de esto último. Celebremos que
aún existen los cielos, pese a la creciente polución; celebremos que tuvimos
una madre que nos trajo al mundo; celebremos la unión de las familias, porque
el sentimiento familiar, si se hiciera extensivo a todo el género humano,
aplacaría tanta violencia como nos rodea.
Y ahora, hablaré de ti, jardinero de las nubes. No
olvides la frase que ha presidido nuestros silenciosos diálogos desde hace más
de un cuarto de siglo: "Aunque tú dejaras de creer en mí, yo no dejaría de
creer en ti". Estaré contigo aunque no me veas y no esperes nada de mí. Yo
te enseñé mis cosas, y, aunque no las aprovecharas, no dejaré que se borre el
camino que nos llevará al encuentro del uno con el otro. Otra vez las brumas
del exilio, la vida hecha un rompecabezas, la felicidad como excusa para
mantener la melancolía. No me verás, pero estaré contigo; oirás mi voz y seguirás
moviendo los pies. Te enseñaré, en el último rescoldo de la tarde, que existen
caminos alejados de las calzadas concurridas y que permiten coronar las metas
de la esperanza.
Feliz Navidad a todos los que tienen la paciencia
de acudir a este blog. Que Dios les bendiga. Un año más, Dios nacerá en medio
del frío y el desamparo.
Madrid, domingo 13 de diciembre de 2015
Julián Esteban Maestre Zapata (el jardinero de las nubes)
4 comentarios:
Abrazo de hernandad y buenos deseos.
Bendiciones de Luz para tí y los tuyos.
Y gracias por existir!
Impecable como siempre,tocas fibras sensibles y provocas reacciones con tu muy peculiar forma de relatar.
Escribir acerca de un tema tan triste y polémico como lo es la situatión de violencia actual pues... que decir? No hay otra alternativa que seguir la vida y la tradicion de temporada. Ademas noto que este tu escrito es mas triste que el del pasado año.
Desde aqui del otro lado del Atlántico te leo y te deseo todo lo mejor siempre, lo mereces. ILY.
Gracias amigo, jardinero del alma por esta hermosa felicitación. Necesitamos tu prosa para seguir disfrutando de la vida en comunión con todo lo que nos rodea. Gracias.
A.M.
Estaré contigo aunque no me veas y no esperes nada de mí. como yo ya no espero nada de ti, solo el consuelo de leer lindas letras {...] No me verás, pero estaré contigo [...] existen caminos alejados de las calzadas concurridas y que permiten coronar las metas de la esperanza. Saludos..................
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