sábado, 19 de diciembre de 2015

Mensaje navideño 2015


En medio de la vida, que prosigue su imparable decurso, apunta la cercanía de una nueva oportunidad a la esperanza. Termina un año de desventura y frustraciones, en el plano personal y en la escena mundial. Miramos más allá de las miserias cotidianas, y se alza el fulgor de la sangre de las víctimas de los terribles atentados que han cubierto de lágrimas el rostro de Francia. Dicen las estadísticas que cada tres segundos muere un niño en el mundo, en África hay hambrunas y guerras continuas, cuando no genocidios, y no parece sino que nos hemos acostumbrado. Centroamérica también escribe en las páginas del terror: muertes y violencias en México, Guatemala y Colombia, el fantasma del narcotráfico, la droga manchada de sangre que es consumida en Estados Unidos y Europa... Éste es el mundo, ésta es la tierra en la que Jesús volverá a nacer.

Hace tiempo que claudiqué de mis ideas, que dejé de apreciar lo divino en todo lo que nos rodea, que sentí que mis pensamientos me alejaban día a día de los grandes ideales que esbocé en mi juventud. Tal vez me enfrento a lo que se conoce como la muerte en vida.

Creer en Dios sin esperar nada de Él, sentirse como la hoja segregada del árbol del paraíso. Sólo hay una vida y el gris de los años que vienen ya han cubierto de ceniza mi alma.

Pero Navidad está en la siguiente esquina del almanaque. Un niño nació sin cobijo en medio de la noche, cuando ya existían los palacios y los humildes oprimidos por los poderosos. Una razón de peso para que los pastores abandonaran el abrigo de sus apriscos y majadas y acudieran a adorar la luz que aniquila las tinieblas. Una historia tantas veces adornada pero tal vez tan triste como venir a la vida sin recursos. Ese niño creció y vivió, y tuvo tiempo de brindarnos una gran lección que hoy más que nunca es necesario traer a la memoria.

Hay cosas que dan lugar al llanto, pero hay otras que merecen celebrarse. Navidad es el momento de esto último. Celebremos que aún existen los cielos, pese a la creciente polución; celebremos que tuvimos una madre que nos trajo al mundo; celebremos la unión de las familias, porque el sentimiento familiar, si se hiciera extensivo a todo el género humano, aplacaría tanta violencia como nos rodea.

Y ahora, hablaré de ti, jardinero de las nubes. No olvides la frase que ha presidido nuestros silenciosos diálogos desde hace más de un cuarto de siglo: "Aunque tú dejaras de creer en mí, yo no dejaría de creer en ti". Estaré contigo aunque no me veas y no esperes nada de mí. Yo te enseñé mis cosas, y, aunque no las aprovecharas, no dejaré que se borre el camino que nos llevará al encuentro del uno con el otro. Otra vez las brumas del exilio, la vida hecha un rompecabezas, la felicidad como excusa para mantener la melancolía. No me verás, pero estaré contigo; oirás mi voz y seguirás moviendo los pies. Te enseñaré, en el último rescoldo de la tarde, que existen caminos alejados de las calzadas concurridas y que permiten coronar las metas de la esperanza.

Feliz Navidad a todos los que tienen la paciencia de acudir a este blog. Que Dios les bendiga. Un año más, Dios nacerá en medio del frío y el desamparo.


Madrid, domingo 13 de diciembre de 2015
Julián Esteban Maestre Zapata (el jardinero de las nubes)


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4 comentarios:

Anónimo dijo...

Abrazo de hernandad y buenos deseos.
Bendiciones de Luz para tí y los tuyos.
Y gracias por existir!

Anónimo dijo...

Impecable como siempre,tocas fibras sensibles y provocas reacciones con tu muy peculiar forma de relatar.
Escribir acerca de un tema tan triste y polémico como lo es la situatión de violencia actual pues... que decir? No hay otra alternativa que seguir la vida y la tradicion de temporada. Ademas noto que este tu escrito es mas triste que el del pasado año.
Desde aqui del otro lado del Atlántico te leo y te deseo todo lo mejor siempre, lo mereces. ILY.

Anónimo dijo...

Gracias amigo, jardinero del alma por esta hermosa felicitación. Necesitamos tu prosa para seguir disfrutando de la vida en comunión con todo lo que nos rodea. Gracias.
A.M.

Anónimo dijo...

Estaré contigo aunque no me veas y no esperes nada de mí. como yo ya no espero nada de ti, solo el consuelo de leer lindas letras {...] No me verás, pero estaré contigo [...] existen caminos alejados de las calzadas concurridas y que permiten coronar las metas de la esperanza. Saludos..................