sábado, 14 de marzo de 2015

La carta de un amigo



Mi muy querido amigo y paisano, Antonio Morena Ruedas, me envió un correo electrónico para transmitirme la emoción que le había despertado mi última entrada de blog sobre los 29 años del fallecimiento de mi hermana. Tal vez sin pretenderlo, y a cuenta de su gran talento literario, escribió un hermoso cuento en el que rescató una parte de mi pasado desconocida para mí. La vida, al final, se resume en las emociones hermosas que nos sea dado experimentar. Yo me quedé aturdido, de una pieza, oscilando entre la nostalgia y la felicidad por haber tenido en mi vida esa gran oportunidad de cariño. Le pedí encarecidamente a Antonio que me permitiera publicar su carta, y, tras un amago inicial de timidez, accedió gustoso a ello.

Gracias, querido Antonio, por el cariño que siempre has demostrado a mi familia; gracias por animarme en gran número de ocasiones, cuando la melancolía se apoderaba de mí; gracias por la talla de madera que me hiciste, en la que simbolizabas mi existencia literaria; gracias por esos jabones traídos de Francia; gracias por creer en mí, que no soy nadie, por las conversaciones con las que endulzaste la última parte de la vida de mi madre, por ese recuerdo tan precioso de mi padre y de mi hermana. Aunque yo sea indigno de tus atenciones, te aseguro que te tengo en alto concepto y cariño. Perdóname por lo que mi timidez no me permitió encarecer. Que el Señor te bendiga con largueza, a ti y a tu familia, a ese nieto tan hermoso que ha llenado de alegría tu existencia.

No sólo ofrezco al deleite de los lectores tu bellísima carta, también la adorno con la imagen de la talla que me dedicaste, a mí, el más indigno de los hombres. Un abrazo.



Querido Julián : acabo de leer la entrada de tu blog y a medida que iba leyendo,  los recuerdos de mi juventud, de Rosa y de Aldea con la pandilla se han agolpado en mi mente y ...yo también he llorado por dentro por ella, por ti, por mí y por lo pudo ser y no fue.

Verano del 75, septiembre. Acabábamos de tomar unas cervezas en un bar de la plaza. Llegaba la hora de la comida y la gente se despedía. Yo salí en dirección a mi casa y Mª Rosa me acompañó camino a la suya. La conversación brotaba con  naturalidad por su boca y me puso en conocimiento de sus proyectos. Haría farmacia. Yo humilde le dije que esperaba que me mandaran no lejos de Madrid pues me gustaría acabar filología hispánica en la Canto Blanco. Al llegar a tu puerta seguimos charlando de cualquier cosa. Le pedí con timidez su nº de teléfono para vernos por Madrid en caso de que me quedara allí. Al poco, un niño de 5 o 6 años salió de tu puerta y cogiéndola de la mano la empujaba en dirección de la misma.

- ¿ Hola, cómo te llamas?, le dije  con simpatía.
- .................................... ( silencio infantil)
- Supongo que vas al cole, ¿en qué curso estás?
- Si es muy pequeño, aún no va al cole, tiene, tiene 5 años, dice Rosa. Diles que ya voy.
El niño salió disparado. Seguimos charlando.
- No sabía que tenías un hermanito.
- Si, es que es muy pequeño y habla muy poco.
Al poco, Julianito regresó y empezó a tirar del brazo de Rosa insistentemente.
-Bueno nos vemos esta tarde y si no espero que sea en Madrid. Hasta luego, Antonio.
-Hasta luego, Rosa.

Una tarde de sábado otoñal, me armé de valor y marqué el nº de Rosa habiéndome aprendido de memoria antes, qué decir en función de quien cogiera el teléfono. Esperé tres tonos y nadie cogió el teléfono. Los acontecimientos se precipitaron y  unos meses más tarde estaba preparando mi salida para Francia. No volví a ver más a Mª Rosa. Era el mes de mayo de 1976.

Diez años más tarde, regresando definitivamente a España, mi hermana Carmen me puso al corriente del accidente mortal que sufrió Rosa en un pueblo de Burgos.

Cuando pasaba con mi pequeña familia delante de su puerta, su padre atendía mi saludo y le ponía al corriente de mi vida en Francia y ahora ya, en Griñón. Y treinta años más tarde conozco a ese niño, ya adulto, a través de su blog de literatura, y que habla de ella, que ha perdido a su padre y que cuida de su madre...Con la ayuda de Carmen supimos que ese jardinerodelasnubes era el hermano de mi amiga Rosa.

Tu madre me puso al corriente de su muerte. Le confesé mis sentimientos sobre Rosa cuando éramos jóvenes. Mejor le hubiera salido... ¡Ay!

Querido Julián, la vida te ha tratado mal pero con el bagaje moral que te habita sabes llevar con dignidad esos golpes. Sigue siendo así como eres.

Recibe un fuerte abrazo.


Antonio.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Emoción al leer esta carta y tus explicaciones.

Un detalle que noto referente a ti mismo, todas las veces te sientes indigno y pides perdon por ello, no lo hagas mas, no eres indigno de nada todo lo contrario.

Perdona en entrar doble, pero al hacer mi comment anterior la pagina me sacó, y me temo que me ha sacado de Nuevo. Un Beso

El jardinero de las nubes dijo...

Muchas gracias por tu comentario. Todo mérito corresponde a Antonio, a quien tuve el privilegio de conocer en persona hace algo más de un año.

Mi autoconcepto es una asignatura que tengo pendiente de siempre y que haré todo lo posible por mejorar, porque al final el resultado de la vida no tiene en cuenta si la has pasado sufriendo o con un temperamento alegre y jovial. Sin duda, la alegría es una buena medicina.

Un abrazo.

Anónimo dijo...

Perdon el iPad me saca y me cambia de repente sin control