lunes, 15 de junio de 2009

Rasguña las Piedras (XVI): El cementerio de la Chacarita


NO RECOMIENDO SU LECTURA A MENORES DE 18 AÑOS NI A PERSONAS FÁCILMENTE IMPRESIONABLES

Todos los que se acercaban a Plaza de Mayo y lo veían por vez primera, se quedaban atónitos al observarle rascar un simple trozo de hormigón, mientras musitaba los nombres y las edades de unos chicos desaparecidos hacía años. Rascaba y rascaba con demencial insistencia, sin preocuparle que la sangre aflorara entre sus uñas. La admiración trajo aparejada la curiosidad por conocer detalles de su vida.

-Es Teobaldo Oesterheld, aunque durante mucho tiempo se hizo llamar Jean Cornbutte –informaba una de las Madres a un nutrido auditorio-. Lo conocemos bien, pues lleva mucho tiempo deambulando por la plaza. Varias de nosotras nos solemos acercar a preguntarle, y él nos cuenta. Yo he hablado con él. Fue carcelero en el Pozo de Banfield; pero usó de misericordia con los detenidos, Dios le bendiga. Al final lo descubrieron y lo detuvieron. Se salvó milagrosamente de uno de la “vuelos de la muerte”. Le cambiaron la identidad, y le buscaron un trabajo de sepulturero en el Cementerio de La Chacarita. Nunca salía de allí, ya que le recomendaron dejarse ver lo menos posible por las calles de Buenos Aires. Habitaba en el mismo camposanto, dentro de un mísero galpón. Sólo salía a comprar alimentos en un colmado de las inmediaciones. Llevaba ropas muy usadas, empleaba anteojos y gastaba una barba muy poblada y descuidada… Pero ustedes no se lo imaginan, no se imaginan lo que presenció allí… en el Cementerio de La Chacarita.

Empezaban a contarlo como si de una historia de antaño se tratara:

Érase una vez un hombre que vivía en el cementerio más famoso de Buenos Aires: el Cementerio del Oeste, también aludido como “Cementerio de la Chacarita”. Este lugar estaba emplazado en unos terrenos fiscales de las afueras de la urbe bonaerense, los cuales eran conocidos antiguamente como “La Chacarita de los Colegiales”, pues allí tenían sus viviendas los estudiantes internos del Real Colegio de San Carlos. Cuentan las viejas crónicas que en 1871 la ciudad se vio azotada por una epidemia de fiebre amarilla, y como el ancestral Cementerio de la Recoleta no pudiera dar cabida a las decenas de cadáveres que cada día se agolpaban en la morgue, se hizo necesario habilitar un nuevo camposanto en los citados terrenos. Se trataba de un lugar rodeado de un incontestable halo de misterio. Los mentideros de la ciudad referían todo género de sucesos extraños acaecidos en las tenebrosas noches del ya célebre “Cementerio de la Chacarita”; se rumoreaba, a modo de ejemplo, que el fantasma de Carlos Gardel, el idolatrado cantante de tangos, se paseaba como una sombra etérea por las inmediaciones de su monumental sepulcro… e incluso había quien decía que se le podía oír entonar con voz espectral “Mi noche triste”, una de sus más conocidas canciones.

Hasta este lugar vino el hombre solitario con el que dio comienzo esta historia. Se le veía siempre barbudo y con los ojos refugiados tras unos grotescos anteojos de concha de tortuga; nunca miraba a los ojos de quien le dirigía la palabra. Cumplía sus funciones de sepulturero con una más que recatada sumisión. Pocos, de los pocos que durante esos días acudían al Cementerio de la Chacarita, le habían oído pronunciar algo más que los monosílabos usuales. Habitaba y dormía en un retirado galpón del camposanto, y pasaba sus días vegetando en la soledad de su alma. Su mirada estaba perdida, anclada en el pasado; no solía elevarla por encima de los bardales del cementerio, porque para él la vida era cosa terminada. Su nombre no era sabido ni preguntado, pero aquél que se lo inquiriera con un poco más de contundencia de la habitual, se hubiera topado con su Libreta de Enrolamiento, donde figuraba este nombre, escrito con caracteres apretados: Jean Carlos Cornbutte Arteaga, natural de Cafayate, provincia de Salta.

En julio de 1977, cuando los vendavales del invierno se ensañaban con los árboles desnudos del camposanto, Jean Cornbutte apenas si tenía trabajo durante el día. Desde que trasladaran al Cementerio de La Chacarita los restos del general Juan Domingo Perón, puede decirse que habían vedado el acceso al público. Triste ironía la que sufría el mundialmente famoso general una vez fallecido, al verse separado de su alabada esposa…, la inolvidable María Eva Duarte de Perón, “Evita Perón” para sus amadas clases humildes. “Volveré y seré millones”, rezaba en el epitafio de su tumba del Cementerio de La Recoleta, lugar del que fue arrebatado el cadáver de su esposo después del golpe militar de marzo de 1976. Precisamente, la última esposa del general Perón, María Estela Martínez de Perón (también llamada Isabelita Perón), ocupaba en esta fecha la presidencia de la República Argentina tras la muerte de su esposo el 1 de julio de 1974, quien hasta entonces desempeñara el cargo de Presidente electo, siendo ella su Vicepresidenta. Excusado es decir que Isabelita Perón fue depuesta de este cargo el 24 de marzo de 1976 por la junta militar golpista… De esta forma, casi como quien no quiere la cosa, Jean Cornbutte pasaba gran parte de las horas del día por las cercanías de la tumba del 41.er presidente de la República Argentina.

Por el día Jean Cornbutte no tenía prácticamente trabajo, pero en lo profundo de la madrugada se veía obligado a desplegar una actividad frenética. Al punto de las tres, debía tener abiertas las puertas enrejadas de la entrada oeste del cementerio, situada en la esquina de la Avenida de Guzmán con la Calle Jorge Newbery, frente al emblemático Parque los Andes. Encima de la portada figuraba la leyenda: “Cementerio del Oeste”; desde los primeros meses que sucedieron al golpe de estado, nadie tenía permitido utilizar esta entrada para acceder a la necrópolis.

CONTINUARÁ...

El jardinero de las nubes.


4 comentarios:

lanochedemedianoche dijo...

Hola jardinero, espero estés bien, discúlpame que no vengo a leerte, pero es más fuerte que yo me da mucha pena, tu me comprendes verdad, te dejo mi cariño.

Rosario

Anónimo dijo...

Me gusta los tintes que esta cogiendo la historia, y me tiene super enganchada.
A raiz de la historia he querido saber más,y es estremecedor saber de tanta barbarie.

Un abrazo y un beso muy grande por ser como eres.

Azul

judith dijo...

en primer lugar, bellisimo tu nuevo diseno de tu blog. Que bellas flores. con lo que me encanta la naturaleza. Y bueno, indudablemente al pobre hombre le toco vivir de todo. te seguire leyendo. un abrazo.

maría magdalena gabetta dijo...

Excelente tu investigación, realmente has trabajado mucho y espero que tengas el reconocimiento que merecés al internarte en el análisis de un momento tan oscuro de la historia de mi país. Gracias. Un beso. Magda