Vinieron los años en los que el mundo era hostil, los tiempos en que el desprecio era mi exclusiva moneda de cambio, los días en que la soledad me impulsaba a rodearme de la concha del cangrejo ermitaño. Todos juntos sufrimos el dolor, y el día fatídico vi cómo las lágrimas afluían a los ojos de mi padre, en tanto que pontificaba con voz desgarrada el olor a rosas que emanaba el último vestigio de nuestra venerada ausencia. Pobre padre mío, no estuve mucho con él aquella noche de dolor. Otros brazos lo estrecharon consoladoramente. ¿Tan grande fue ese dolor que nos llevó a negarnos el uno al otro?
Creo que no se dio cuenta del momento en que cerré las puertas de mi habitación. Yo leía, yo estudiaba, yo hilvanaba fantasías. Pasábamos las cenas en silencio, sin apenas hablarnos, deseando por mi parte que llegara cuanto antes el momento de volver a refugiarme tras la puerta cerrada.
-Quédate conmigo un rato, ya ni siquiera te conozco -me dijo cierta noche lluviosa, y yo, sin ofrecerle ninguna explicación, volví a mi mundo de cuatro paredes y horizontes inacabables.
Pronto descubrió que su hijo no era más que un cacho de carne, sin ganas ni valor para relacionarse con la gente. Una vez, durante las vacaciones en Aldea del Rey, a pie de barra del ya extinto Casino de la Amistad, llegó a decir con la tristeza que confiere el consumo alcohólico:
-Me ha quedado un hijo muy inteligente pero muy corto. No tiene nada que ver con el carácter abierto y cariñoso que ella tenía.
Ella aún vivía en el transcurso de las navidades que pasé parapetado entre las paredes de casa. Todos salían fuera y yo me quedaba dentro. Mis ritmos de sueño, a cuenta del poco cansancio, se vieron en consecuencia alterados. Empezaron a mirarme con extrañeza. No me dijeron nada los primeros días. ¿La vida podía consistir en libros nada más? Cerca de la Nochevieja, la tristeza de mi padre reventó por fin:
-Acabo de ver al hijo de fulano. Él tiene amigos, y tú estás aquí, sin salir y haciéndote insociable. ¡Qué envidia siento del hijo de fulano!
Yo llevaba tiempo esperando esta recriminación; no me cogió de improviso, pero no pude evitar que se me humedecieran los ojos.
-Al menos no le hago daño a nadie –musité en mi descargo.
La voz de mi padre se quebró por la emoción.
-Tienes razón… No le haces daño a nadie.
Por él me atreví a salir esa noche a la calle. No llegué a la plaza del ayuntamiento. Me veían venir desde lejos, y empezaban los aullidos de las hienas. Sonaban los villancicos en las calles, provenientes del aparato de megafonía de la casa consistorial. Me di la vuelta, porque aún tenía opción a marcharme andando y no corriendo. Nunca le informé a mi padre del éxito o del fracaso de mi salida nocturna. Volví a ser lo que nadie quería que yo fuera.
Y creo que tenían razón cuando una vez me dijeron:
-Ojalá hubieras muerto en su lugar, porque tú no das cariño a nadie ni nadie te querrá.
CONTINUARÁ...
El jardinero de las nubes.
Creo que no se dio cuenta del momento en que cerré las puertas de mi habitación. Yo leía, yo estudiaba, yo hilvanaba fantasías. Pasábamos las cenas en silencio, sin apenas hablarnos, deseando por mi parte que llegara cuanto antes el momento de volver a refugiarme tras la puerta cerrada.
-Quédate conmigo un rato, ya ni siquiera te conozco -me dijo cierta noche lluviosa, y yo, sin ofrecerle ninguna explicación, volví a mi mundo de cuatro paredes y horizontes inacabables.
Pronto descubrió que su hijo no era más que un cacho de carne, sin ganas ni valor para relacionarse con la gente. Una vez, durante las vacaciones en Aldea del Rey, a pie de barra del ya extinto Casino de la Amistad, llegó a decir con la tristeza que confiere el consumo alcohólico:
-Me ha quedado un hijo muy inteligente pero muy corto. No tiene nada que ver con el carácter abierto y cariñoso que ella tenía.
Ella aún vivía en el transcurso de las navidades que pasé parapetado entre las paredes de casa. Todos salían fuera y yo me quedaba dentro. Mis ritmos de sueño, a cuenta del poco cansancio, se vieron en consecuencia alterados. Empezaron a mirarme con extrañeza. No me dijeron nada los primeros días. ¿La vida podía consistir en libros nada más? Cerca de la Nochevieja, la tristeza de mi padre reventó por fin:
-Acabo de ver al hijo de fulano. Él tiene amigos, y tú estás aquí, sin salir y haciéndote insociable. ¡Qué envidia siento del hijo de fulano!
Yo llevaba tiempo esperando esta recriminación; no me cogió de improviso, pero no pude evitar que se me humedecieran los ojos.
-Al menos no le hago daño a nadie –musité en mi descargo.
La voz de mi padre se quebró por la emoción.
-Tienes razón… No le haces daño a nadie.
Por él me atreví a salir esa noche a la calle. No llegué a la plaza del ayuntamiento. Me veían venir desde lejos, y empezaban los aullidos de las hienas. Sonaban los villancicos en las calles, provenientes del aparato de megafonía de la casa consistorial. Me di la vuelta, porque aún tenía opción a marcharme andando y no corriendo. Nunca le informé a mi padre del éxito o del fracaso de mi salida nocturna. Volví a ser lo que nadie quería que yo fuera.
Y creo que tenían razón cuando una vez me dijeron:
-Ojalá hubieras muerto en su lugar, porque tú no das cariño a nadie ni nadie te querrá.
CONTINUARÁ...
El jardinero de las nubes.
9 comentarios:
Nunca lei algo que tuviera tanto poder para amarrar a los sentimientos,es casi sobrenatural, un beso y mi profunda admiración.
Cada vez que te leo se me hace un nudo en la garganta. Son demasiadas emociones que se drenan a traves de tu escrito.un gran abrazo con afecto. judith
Querido Jardinero : me has dejado sin aliento...No sé qué decirte, bueno que no te tienes que culpar de nada. Todos somos a veces un poco responsables de las decisiones que toman los que nos rodean. Un aldabonazo en la buena puerta y a tiempo siempre allanarían posibles diferencias...
Lo difícil es encontrar a las personas adecuadas. Un abrazo, Antonio
Hola amigo...
Creo que tienes el poder de hacer que entre en tus historias, que las viva... que empatice con su contenido...
Escribes de un modo que consigue arrancar verdaderos sentimientos...
Hoy, leyendo, pude sentir lo que sentía ese joven, mientras cerraba esa puerta.. y se encerraba con su soledad, entre esas cuatro paredes,dia a dia, y sin sentir deseos de salir..., quizá porque sabes transmitir perfectamente... o quizá también porque sé lo que se siente...
Desgraciadamente, creo que he estado, de algun modo, en los dos lados que describes... y ninguno de ellos es fácil..aunque desde cada uno lo parezca el del otro...
Lo peor de encerrarnos de una u otra forma...es que no nos damos cuenta de que a la par que nosotros permanecemos sin movernos, lo de nuestro alrededor va cambiando e incluso llega a desaparecer... y cuando lo buscamos de nuevo, habiendo pecado de excesiva confianza... ya no encontramos lo que un dia dejamos...
Y es que es bien cierto eso de que "no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos"...
Cuando el dolor es tan grande...uno se encierra en su burbuja aislante.. y se olvida de ponerse en el lugar de los que le rodean.. quizá porque no se puede.. Pero con el paso del tiempo, al recuperar un poco nuestra vida... quizá encontramos, ahi donde dejamos cosas que creiamos seguras, algunas cosas ahora bastante irrecuperables...y duele... tambien duele no poder cambiar el desafortunado pasado... y se siente culpable por ello,quizá... pero no hay remedio...solo volver a sufrir.. pagando errores...
Y,a veces, el dolor mismo, provoca rencor,angustia, agresividad...y acaso por ello haga actuar de cierto modo, y decir frases solo por decir, sin pensar, y sin verdaderamente creer lo que se está diciendo, sólo son fruto de la alteración del momento... pero, a veces, tienen un contenido tan agresivo que el que las oye...las graba para siempre en su alma y memoria... Y quiza despues, se desearia no haberlas pronunciado,porque su significado no es el real.. y porque te das cuenta de su sonido... aunque ya es tarde... muchas ya no se pueden borrar... Pero, que hacer entonces?
A veces, se proyecta el propio dolor, sin darse uno cuenta...en forma de agresión o desprecio...aun cuando esa no sea la intención..y más tarde se lloren las palabras...
Una muy dura frase, la del final... imposible de borrar... Si significaba algo, resulta demasiado cruel... y si no lo tenía.. es de esas que producen el mismo efecto, lo tenga o no...
Nadie, nadie tiene razón al decir esa frase...
Espero que la historia no sea real...
Si lo es...confio que te hayas liberado de esas cuatro paredes, que aunque parecieron ayudar, solo impidieron vivir plena y felizmente, en un mundo, lleno de hienas, si.. pero que también era tuyo... y con iguales derechos.
Yo tambien tuve mis propias hienas...hasta el dia que dije "basta!", y empecé a enfrentarme a ellas... y curiosamente observé que a veces, ellas tienen mas miedo del que yo tenía... Pero claro, con las hienas es fácil... el dolor y la incomprensión que llega de parte de los que quieres... es mas dificil... como un duro martillo que va golpeando una y otra vez en la misma herida...y que lejos de romper el caparazón del cangrejo..sólo consigue crear más insensibilidad,más indiferencia.. y que uno se encierre más y más adentro, en su otro mundo...
Me impactó la foto del principio.. la historia me resultó ligeramente familiar...
Me arrancaste las lagrimas... pero a pesar de ello...me parece una muy triste pero, entre comillas, bella historia... emana un cariño existente, aunque quizá oculto...
La vida no es justa...
Y pienso que ese padre se equivocó... y si realmente era el tuyo... estaría orgulloso de ver a su hijo... que, por lo menos en lo que yo se,.. cariño especial imprime en sus escritos... y seguro que es querido por muchisima gente...
Un fuerte abrazo, mi amigo...
y siempre para alante... nunca más des la vuelta...
Nubbbe.
Jardinero, todos rus relatos conmovedores, me sorprendes cada vez más, es maravilloso los sentimientos que expresas, en sólo un relato, es increíble, te admiro, un abrazo Jardinero. Pluma de Pintura
Gracias de corazón a tod@s.
La historia es verídica de la primera a la última letra, por eso la he incluido en el apartado "Recuerdos y vivencias". Era mi padre...
Un abrazo.
Pd: esa frase fue pronunciada por alguien de mi familia cercana. No lo consideré una ofensa, porque entonces yo también lo creía y hay veces en que lo sigo creyendo. Es duro amar sin tener delante el objeto del amor, y a veces se sueltan frases lapidarias sin meditarlas. Esta frase en concreto no me ha traumatizado, pese a ser muy dura.
Querido amigo...
Lamento que sea real.. pero al menos, me alegro que esa terrible frase no saliera de labios de tu padre.. (creo que lei mal..sorry). Aunque salga de quien salga..es deleznable desear la muerte a alguien, sea como sea.. ni siquiera como frase hecha sin pensar, ni fruto de un amor perdido o un odio encontrado.
Las palabras, que a veces pueder ser demoledoras como armas,deben vigilarse.. maxime las de ese tipo, demasiado duras, aun como frase impulsiva...
A veces me pregunto por qué no expresaremos con tanta euforia lo bueno, tal como asi, en ocasiones hacemos con lo que no deberiamos...
Pienso que no es ofensiva...es mas bien destructiva...intenta destruir desde la ventaja y la confianza de alguien que quiza pueda hacerlo.. escondido tras la barrera del "no puedes constestar ni debatir". Quiza se tomen demasiadas libertades con los niños, y aun con otros...abuso de confianza y de poder.. Frase que destilaba odio si te la hicieron creer... Una pena que algunas personas no empleen tanto trabajo en amar como en lastimar...
Pero,de cualquier modo, no es real...y hay que olvidar y desterrar su contenido, nada de que "a veces aun lo creo" ni de "pienso que tenian razon". Todos y cada uno somos importantes en la rueda de este mundo.. y cada uno con nuestro propio destino...
Lamentable que algunos tengan el poder de hacer creer lo que dicen, o al menos causar el dolor que pretenden...y lo empleen a conciencia... Deberiamos tener un filtro para estas cosas.. y saber utilizarlo...
Y bueno,la gente habla...pero no todo lo que dicen, tiene la condicion de verdad...
Un fuerte abrazo... y animo, lo malo ya pasó. Borra lo malo, y quedate solo con lo bueno.Ahora toca feliz.
Nubbbe.
Muy conmovedor, si me permites me gustaría dejarte una frase que en muchas ocasiones la hago mía: "mientras vivas, que nada te perturbe, la vida el breve y el tiempo se cobra su derecho".
Un saludo.
Goliardo.
Jardinero, Gran Amigo Mio, te he dedicado esta entrada:
http://plumadepintura.blogspot.com/
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