domingo, 18 de enero de 2015

Cuentos infantiles


En la sesión del Taller de Escritura Creativa correspondiente al miércoles 14 de enero, Cristina Serrano nos propuso una serie de pautas para abordar la literatura infantil. Se trata de proponer frases coherentes, y se van a barajar sus sujetos y predicados para lograr frases incoherentes que son como la puerta a la fantasía y sirven de guía para elaborar cuentos infantiles. Cristina nos pidió que empleásemos esta técnica con frases escritas por nosotros, y nos dio cinco minutos para escribir nuestros propios cuentos.
En mi caso, propuse estas frases:

Navegan los barcos.
Los violines ejecutan melodías.
Las nubes desprenden lluvia.

Tras barajar los sujetos y predicados, elegí esta opción (muy apropiada a mi pseudónimo):
Navegan las nubes.

Y he aquí el humilde relato que resultó:



NAVEGAN LAS NUBES

Lucas era un niño que vivía en Italia, y soñaba con viajar a Rapa Nui (la Isla de Pascua) para ver de cerca los Moáis (cabezas de piedra). Se enteró por Atanasio, el halcón peregrino que controlaba el tráfico de los cielos, que iba a pasar una nube con destino a Rapa Nui.
˗¿Cuánto cuesta el viaje? ˗preguntó Lucas.
˗Nada ˗respondió Atanasio˗. Las nubes lo hacen todo gratis.
Entonces Lucas ascendió a la cima más alta de los montes Apeninos, esperó que la nube atracara, y se subió a ella. Era como un barco, con sus mástiles, sus velas y su cubierta.
En el castillo de proa iba otro pasajero. Se trataba de una niña. Lucas era tímido y no fue capaz de preguntarle su nombre.
˗Me llamo Leonora ˗dijo ella, adivinando su pensamiento.
˗¡Y yo Lucas! ˗se apresuró a contestar él.
˗Encantada.
˗¿Cómo sabías que quería preguntarte tu nombre?
La niña no respondió. En ese momento, la nube se subió encima de los vientos alisios e inició un vuelo precipitado hacia Rapa Nui.
Lucas pensó que ya no era tan importante ir allí. Lo mejor del viaje era haber conocido a Leonora.
La nube se perdió en el horizonte. Atanasio, el halcón peregrino, pensó que Lucas nunca más regresaría.

Acto seguido, Cristina nos dio unas pautas para escribir un cuento en casa. En mi caso, me correspondió:

Personaje: el que inventa.
Lugar: avión.
Objeto: lo que dibujo.

Por no prestar suficiente atención a mis notas, he escrito el cuento confundiendo el lugar: he usado un puente en lugar de un avión. Espero que sepan disculparme este despiste. He aquí le cuento:



LA ARAÑA DE JUAN DE LAS TUERCAS

Este Juan de las Tuercas era un científico muy famoso que vivía en la ciudad de Ronda, que es a su vez famosa porque tiene un inmenso abismo abierto en la roca. Juan de las Tuercas siempre estaba inventando cosas, y un día se le ocurrió fabricar una enorme araña mecánica dotada de inteligencia. Le llevó mucho tiempo esta tarea, y al acabar le dijo a la araña:
˗Te llamarás Gargantuela.
˗No me gusta ese nombre ˗respondió la araña.
˗Tendrás que obedecerme. Soy tu creador.
˗No hay razones para obedecerte.
Dicho esto, Gargantuela se escapó de la casa del inventor, delante de sus mismas narices. Era de noche, y las farolas de esa parte de la ciudad no alumbraban lo suficiente. Gargantuela necesitaba un lugar donde esconderse, porque era grande como una casa. Los habitantes de la ciudad dormían todos en sus camas, ignorando el peligro de la araña que caminaba por las calles. Por fin, Gargantuela encontró refugio bajo los arcos del puente tendido sobre el abismo de Ronda.
Entretanto, Juan de las Tuercas corrió a voltear las campanas de la iglesia de Santa María la Mayor, para alertar a los lugareños del peligro de la gigantesca araña mecánica. Al amanecer, un pastor que venía de los campos fue diciendo por las calles lo siguiente:
˗La araña que buscáis está bajo el puente del abismo.
Juan de las Tuercas se hizo acompañar de muchos guardias para ir a ver lo que estaría haciendo Gargantuela. En apenas una hora, ésta había tejido una tela de araña entre los arcos del puente, que semejaba el dibujo de un soberbio mapamundi.
˗¿Queréis estudiar geografía conmigo? ˗preguntó Gargantuela.
˗Gargantuela, vuelve a casa conmigo ˗le pidió Juan de las Tuercas.
˗Nunca, estoy muy a gusto aquí.
˗Pero entonces la gente tendrá miedo de cruzar el puente, y los guardias van a traer un cañón para disparar contra ti.
˗No acertarán, el puente es muy grande.
Así pasó. Gargantuela sabía esconderse cuando hacía falta. Pasaron muchas semanas, y nadie se atrevía a cruzar el puente. Entonces Gargantuela hizo saber que dejaría cruzar a la gente cuando le propusieran un acertijo que ella no supiera resolver; le encantaban los acertijos.
˗Es inútil ˗decía Juan de las Tuercas˗. Es muy inteligente; lo sé porque yo la fabriqué.
Muchos fueron a tratar de proponerle acertijos a Gargantuela. No hubo nada que hacer: respondió “huevo” al acertijo de “una arquita muy chiquita, blanquita como la cal, todos la saben abrir pero nadie la sabe cerrar”; “plátano” al de “oro parece, plata no es”; y así cientos y cientos.
Sus telarañas eran cada vez más bellas e instructivas, y se le ocurrió pintarlas de colores. Representaban bosques, flores, hongos, velas rizadas por el viento, montañas, botones de oro, pájaros surcando las nubes… Gargantuela estaba hecha toda una artista.
Los habitantes de Ronda estaban desesperados. Se hicieron a la idea de que nunca podrían volver a cruzar el puente sobre el abismo. Juan de las Tuercas estaba también muy triste, por el motivo de que una creación suya hubiera salido tan rebelde.
Un día, Ángela, una niña de pelo negro con un hermoso vestido de flores, llegó al filo del abismo y gritó:
˗Gargantuela, ¿estás ahí?
˗No me gusta que me llames así ˗respondió la araña.
˗¿Cómo quieres que te llame?
˗Lo tengo que pensar.
˗Me gustan los dibujos de tus telarañas.
˗Gracias.
˗Quiero cruzar el puente.
˗Proponme un acertijo, pues.
˗Aquí lo tengo ˗y Ángela recitó˗: “Un vaso y otro vaso, uno lo bajas deprisa y el otro se sube despacio; uno lo empujas flojito, y el otro empuja robusto”.
Gargantuela movió las ruedecillas de su cerebro, pero no dio con la solución. Estuvo muchos minutos pensando, y al final tuvo que rendirse.
˗Puedes cruzar el puente, niña.
Gracias a Ángela, el puente volvió a estar abierto a todo el mundo. Y Gargantuela hizo muchos amigos, que admiraban los diseños de sus telarañas. Venían gentes de todos los lugares a conocer a la araña inteligente. A partir de ese momento, en Ronda se vivieron tiempos muy felices.
Cierta vez, Juan de las Tuercas fue en busca de Ángela y le preguntó:
˗¿Cuál es el resultado de tu acertijo? Llevo mucho tiempo cavilando y no doy con él.
Ángela, que era una niña muy avispada, respondió:
˗Deberías de saberlo, inventor. Es una máquina que se usa para levantar pesos muy grandes empleando fuerzas muy pequeñas.
˗¡Es la prensa de Pascal! ˗exclamó Juan de las Tuercas palmeándose la frente.
˗Así es como algo muy pequeño puede terminar venciendo a algo muy grande.
 ˗Tienes razón. Ni a Gargantuela se le hubiera ocurrido.
˗Recuerda, inventor, que le tienes que cambiar el nombre.
˗Eso es más difícil que resolver un acertijo ˗dijo Juan de las Tuercas˗. Pero no hay que desesperar; tú has demostrado que para vencer el miedo no hay nada mejor que la inteligencia.

 Julián Esteban Maestre zapata (el jardinero de las nubes).

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