jueves, 2 de abril de 2009

El afán del poeta

Quiso traducir en palabras el susurro de la hierba mientras aún no ha asomado el verano. Quiso encerrar el frescor de una fuente entre las páginas de su libro. Pasó horas y horas contemplando una rosa en el jardín solitario, queriendo secuestrar su belleza en palabras sin perfume.

–Yo os referiré las maravillas del Paraíso –iba proclamando por las encrucijadas, las calles y los bosques–. Yo lo haré.

Pero lo innominado no tiene palabras que lo definan, y su estro acusó un duro varapalo.

–No lo sé hacer –dijo al cabo, totalmente desesperado.

Y a partir de ese momento se liberó de los requerimientos de su ego, y gozó de la belleza sin tratar de definirla.

El jardinero de las nubes.

6 comentarios:

judith dijo...

de verdad tus palabras siempre encierran gran sabiduria. La belleza hay que vivirla a medida que se nos presenta, y lo mas increible es que se presenta en los detalles mas pequenos.

un abrazo

lanochedemedianoche dijo...

La definía en su interior que es lo más importante y valedero, precioso texto amigo.


Besos

Anónimo dijo...

La belleza plena solo la encuentras en pequeños detalles cuando te liberas del ego y los prejuicios.
Cuando aprendes a amar lo que te rodea.
Preciosa reflexión la que nos traes esta vez.
Un beso.

Martha Jacqueline Iglesias Herrera dijo...

Hola amigo... tus palabras siempre encierran un valioso mensaje para la vida. Gracias por compartirnos tan bellas imágenes acompañadas siempre de tan excelentes escritos.

Abrazo desde el Caribe.
Bye bye

PD: Luce hermoso tu premio.

luis guillermo dijo...

jardinero de las nubes, tus escritos los leo murmurando en el silencio de las noches, esta vez de tarde, y como siempre un gran deleite mi buen amigo, de profesión romántica.

Anónimo dijo...

Un cortito escrito me deja pensando en la ensñanza que muestra. Besito.