Todos los veranos escribo un "libro rápido". Así me gusta denominar a estos trabajos tan intensos que me hacen sentir auténtica vida literaria.
Este año toca hacer un remake del primer libro
que intenté escribir en mi vida.
Fue hace treinta años. Yo tenía entonces 11, y
así, de buenas a primeras, sentí el irrefrenable impulso de escribir una
historia fantástica. Acaso no fuera la mejor de las historias, pero tenía que
intentarlo. La redacción se extendió a lo largo de varios meses, y, vista mi
poca experiencia literaria, no pude llegar a concluir el proyecto.
Ahora tengo bastante más
edad, y he escrito y terminado algunas otras cosas.
Quizá sienta el mismo
miedo que hace treinta años. Tal vez no llegue a buen puerto… tal vez estas
letras acaben muriendo, como ocurrió con tantas que llegué a escribir a lo
largo de los años. No obstante, el niño que fui bien se merece un nuevo
intento.
Procuraré, pues, que este
viaje no sea muy distinto del que emprendiera hace treinta años.
Reandar un viejo camino no
tiene por qué implicar un fracaso. Y si llegara a resultar así, la culpa se
debería sólo a mí, a mi torpeza con la pluma.
Pequeño escritor de hace
treinta años, lo voy a intentar de nuevo. Que tu ilusión y fantasía de
entonces, me guíen y me iluminen ahora.
Para redactar este libro estoy usando una pluma estilográfica "Inocrom Saga" azul, con plumín M. Y estoy empleando los cuadernos de la "Papelería Joseph Gibert" de París; aquéllos en los que es tan agradable escribir con una pluma blanda, como dejara reflejado Umberto Eco en su novela "El nombre de la rosa".
Julián Esteban Maestre Zapata (el jardinero de las nubes).
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