NO RECOMIENDO SU LECTURA A MENORES DE 18 AÑOS NI A PERSONAS FÁCILMENTE IMPRESIONABLES
Una avioneta que planeaba bajo, trajo el atardecer en sus alas…, una avioneta que iba en sentido al Río de la Plata. Teobaldo Oesterheld, ya casi ignorante del dolor de sus dedos, dejó que sus párpados hicieran desaparecer los últimos rastros de mortecina luz.
En el sopor que siguió, notó que se alzaba un mar de nubes de medianoche, que pugnaban por restañar entre sus pliegues los fulgores plateados de la luna. Un avión “Short SC.7 Skyvan” de la Fuerza Aérea Argentina desgajaba con las revoluciones de sus hélices las pegajosas acumulaciones de vapor. El sonido de los motores sobrepujaba los gemidos de los prisioneros tabicados y maniatados que iban dentro del compartimento de carga. Las rachas de viento restaban en ocasiones estabilidad al fuselaje. Una chica de apenas 18 años lloraba de tal modo que sus lágrimas empapaban la venda que tabicaba sus ojos. Entonces se le acercó Servando Pittana, el terrible y legendario torturador de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA) de Buenos Aires; le atizó un bofetón tan brutal que los dientes le saltaron como las cuentas de un collar; la sangre que le manaba por la boca, ahogó la elocuencia de su llanto. Nadie más gritó o hizo intento de quejarse. Los tabicados constituían un grupo de universitarios y profesionales liberales que habían sido considerados hostiles al Proceso de Reorganización Nacional, promovido por la Junta Militar que depuso el gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón. Pittana les distribuía a su capricho horrendos puntapiés. Todos temían a Pittana, aunque nunca hubieran visto su hercúleo porte y su severo y espeso bigote. Pittana era un interrogador que, merced a sus estudiados métodos de tortura, triunfaba donde los otros interrogadores fracasaban. Disfrutaba sembrando el tormento en seres indefensos. Se prestó gustoso a este primer vuelo sobre las aguas del Río de la Plata. En el compartimento de carga iban más de sesenta detenidos de la ESMA.
De súbito, salió de la carlinga un oficial, que hizo con la cabeza una seña significativa a Pittana y a los otros miembros de la Policía Federal que custodiaban a los detenidos. Al instante se abrió la compuerta de carga, y se percibió acusadamente el efecto de la descompresión en todo el compartimento. Se encontraban a más de cuatro mil metros sobre la cuenca del soberbio estuario, en el cual desaguan los ríos Paraná y Uruguay. Pittana comenzó la horrorosa tarea: arrojó a un pobre anciano a las mismas lomas de las nubes. Los alaridos menudearon entre los prisioneros, tan pronto se apercibieron de lo que iban a hacerles… Habían sido inaugurados los “Vuelos de la Muerte”. A la mañana siguiente, se informaría de la aparición de multitud de cadáveres descoyuntados en las playas del vecino Uruguay.
Antes de superar su duermevela, un rotundo escalofrío sacudió el cuerpo de Teobaldo Oesterheld al percibir la figura del feroz Pittana, tal como apareció cierto día por el Pozo de Banfield. Había venido a interrogar al barbudo Requejo, el único prisionero que no tenía los ojos tabicados y que mostraba una herida de bala infecta y mal curada a la altura del hombro izquierdo. No había orden de cubrirle los ojos, pues no se esperaba que saliera vivo del Pozo de Banfield y carecía de importancia que conociera los rostros de sus carceleros.
-¡Traeme acá a ese descamisado hijo de puta! –barbotó Pittana, zarandeando de un brazo a un atónito Teobaldo Oesterheld.
Del prisionero mencionado no conocían otro nombre que el de Requejo. Se sabía que había pertenecido al PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores), cuyos líderes habían sido reprimidos el 19 de julio de 1976 en un departamento de Villa Martelli por un grupo operativo de tareas del Ejército Argentino. Allí habían asesinado a Santucho, fundador del PRT y gran amigo de Requejo; también fue asesinado en aquella operación Benito Urteaga, otro de los dirigentes del PRT, y se llevaron al centro clandestino de detención de Campo de Mayo a Liliana Delfino (pareja de Santucho), Fernando Gártel y Ana María Lanzilolotto, miembros todos ellos del Comité Ejecutivo del PRT. Requejo derramó cuantiosas lágrimas por el asesinato de su amigo Santucho; juntos habían pasado muchas tribulaciones en las fábricas de Buenos Aires, unidos en el común deseo de mejorar las condiciones laborales de los obreros; con la muerte de Santucho, perdió talmente un hermano. Viendo que la organización había sido desarticulada y sus principales dirigentes represaliados, quiso tomarse la justicia por su mano.
En su casa guardaba una pistola. Corrían los últimos días de agosto de 1976. Supo que se iba a celebrar en Buenos Aires un gran desfile de la victoria, y decidió aprovechar la coyuntura. Se apostó en la intercesión de la Avenida 9 de Julio con la Avenida de Mayo. El desfile se desarrollaba por la Avenida 9 de Julio, acaso la más espaciosa arteria urbana del mundo con sus 140 metros de anchura. En un carro de combate marchaba el Teniente General Jorge Rafael Videla, jefe de la junta militar que había usurpado el gobierno legítimo de la República Argentina. Sus seguidores lo vitoreaban desde las aceras de la avenida. Requejo tenía los oídos taponados por la ira, y, cuando observó que el mencionado carro de combate se acercaba al vanguardista Monumento al Quijote, sacó la pistola del interior de su abrigo, se destacó en mitad de la avenida y encañonó al detestable Videla, en tanto que arrojaba a los aires la emocionante proclama de “¡Viva la República! ¡Viva Ernesto “Che” Guevara! ¡Vivan los que han muerto por la libertad!”. Pero antes de que pudiera oprimir el gatillo de su arma, ya había sido abatido por uno de los francotiradores que vigilaban desde las azoteas el desarrollo del desfile… Experimentó un dolor tan intenso en su hombro izquierdo, que de inmediato perdió el conocimiento.
Así fue cómo acabó en el Pozo de Banfield. Había resistido a todos los interrogatorios y torturas que le infligieron con el fin de sacarle informes sobre las actividades clandestinas del PRT y su célula guerrillera, el ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo). Por tales razones, le enviaban ahora el decano de los torturadores, esto es, el suboficial Pitanna.
CONTINUARÁ…
El jardinero de las nubes.
DESALIENTO
-
DESALIENTO
Se va la esperanza… se va
Repetida en mil
Palabras
En desuso.
¡Qué hosquedad!
La figura
De la esperanza
Se perdió…
Se la tragó la o...
Hace 5 días
5 comentarios:
Jardinero, hay cosas que desconozco, y que tú la relatas aquí es increíble que fueran largados al mar vivos, yo creí otra cosa, voy a saber muchas cosas que ignoro amigo, te sigo.
Besitos
Me invade una tristeza profunda al pensar en que estas cosas tan atroces ocurrieron y que se perdió tanta gente en este país, gente de todos los estratos sociales, universitarios o indigentes, ancianos, madres, jóvenes y niños, nada que molestara al régimen merecía vivir No hay olvido ni perdón para los criminales. Un beso mi amigo. Magda
Mi amiga la prestigiosa poetisa argentina María Magdalena Gabetta me ha regalado este poema:
A mi amigo Jardinero de las Nubes, en agradecimiento a su historia "Rasguña las Piedras"
No es una causa justiciera,
ni es una guerra encubierta,
es sólo decir las cosas como son las cosas,
es sólo alertar a los que vienen.
Mira...
Ten cuidado...
hace tiempo ...
una juventud idealista
pensaba en el presente y el futuro,
decía discursos en los andenes,
juntaba niños en las plazas,
aliviaba dolores en las villas,
inventaba boletos accesibles
al tren de las utopías.
Los mataron..
¿te enteraste?
¡Los mataron!
Los torturaron....
¿lo supiste?
¡Los torturaron!
Los violaron.....
¿Te lo contaron?
¡Sí! los violaron,
en cuerpos y almas
y...
los mataron.
Eran jóvenes
¿te enteraste?
Tenían sueños
¿lo adivinaste?
Tenían amores
¿lo sospechaste?
Y...
los mataron.
Ya te lo dije..
vine a avisarte...
están allí...
en todas partes...
están en sombras...
están ocultos....
te están mirando....
¡que no te atrapen!
¡que no te maten!
María Magdalena
Gracias de corazón, querida amiga.
Azul
No puedo ni imaginar como las perdonas pueden guardar tanta maldad en su interior, da vertigo pensar en cuanta gente moriria solo por pensar diferente.
Y cuanta gente miro a otro lado, sin querer ver el horror que se estaba cometiendo. Ya es hora de que toda la verdad salga a la luz.
Un saludo
de verdad es terrible que hayan pasado todas esas cosas. no tienen perdon de dios.
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