viernes, 29 de mayo de 2009

Rasguña las Piedras (VII): La sala de interrogatorios


NO RECOMIENDO SU LECTURA A MENORES DE 18 AÑOS Y PERSONAS FÁCILMENTE IMPRESIONABLES. ¡MUY DURO!

Como quiera que Requejo era un hombre de valor a toda prueba, no opuso ningún reparo cuando Teobaldo Oesterheld le pidió de modo cortés que le acompañara de buen grado. Requejo no era estúpido, y sabía adónde y a lo que iba. Se incorporó trabajosamente del húmedo suelo del calabozo, maniatado como estaba, y precedió cojeando a Teobaldo Oesterheld hasta la “Sala de Interrogatorios”.

-Buenos días, revolucionario de nuevo cuño –lo saludó Pittana, ocultando una sonrisa odiosa tras su espeso mostacho.

La sala de interrogatorios parecía que no estaba sino concebida como aposento de tortura. En el centro se destacaba una mesa metálica (ya humedecida con agua salada por el implacable Pittana), que se utilizaba para aplicar a los prisioneros el tormento de la picana eléctrica. En unos armarios roñosos se presentían algunos otros objetos de tortura, destinados a obtener en los interrogatorios las informaciones que se callaban las pobres víctimas… o las confesiones que mejor les convinieran a los represores.

Sin más preámbulos, Pittana agarró de los pelos a Requejo, le obligó a tumbarse en la mesa en posición supina, y al poco tenía sus extremidades sólidamente amarradas a las cuatro patas de la mesa. Le arrancaron la ropa a pedazos y lo dejaron completamente desnudo. Teobaldo Oesterheld hacía esfuerzos sobrehumanos para no desmayarse ante la terrorífica escena que estaba presenciando; y era asimismo estremecedor no poder hacer nada por evitarla. Requejo miraba imperturbable a su torturador; no se percibía en sus pupilas el menor asomo de miedo.

-¡Mirá la nariz que tiene de judío de mierda! –profirió Pittana, mientras echaba mano de la picana-. ¡Lo voy a hacer jabón, tan bien hecho que ni los pánfilos de las SS lo podrían haber igualado!

Requejo ahogó sus gritos, y resistió heroicamente las sacudidas eléctricas que Pittana le aplicaba con generosidad homicida. La herida de bala, las encías, las fosas nasales, el abdomen, el pene, los testículos y el orificio anal fueron recorridos incesantemente por la picana, como la ardiente mordedura de una serpiente relampagueante. El dolor era indescriptible, las contracciones musculares totalmente demenciales, el sudor incontrolable… Empero, Requejo lo resistió todo sin emitir el menor quejido.

-¡Vaya, Vaya! El boludo sigue sin decirnos nada de sus queridos camaradas del ERP –comentó Pittana, soltando la picana y cogiendo de uno de los armarios una cuchilla de afeitar oxidada-. A ver si un buen rasurado le despeja las ideas.

Teobaldo Oesterheld no pudo reprimir el vómito cuando vio que el torturador se aplicaba en despellejar con toda meticulosidad las plantas de los pies de Requejo. El dolor debía de ser más allá de toda comprensión. La sangre corría en verdaderos arroyos. Pittana tiraba en ocasiones de los extremos de piel con unas pinzas metálicas, causando a la víctima tamañas contracciones, que no parecía sino presa de una posesión satánica. Requejo lo resistía todo, sin gritar, aunque ya estaba a un paso de la inconsciencia.

En ese momento, hacía su aparición el “Indio”. Quería aprender de los métodos del maestro de torturadores. Se quedó fascinado ante la vista de las cascadas de sangre que se precipitaban desde los pies de la víctima.

-¡Sos un genio! –le dijo a Pittana, con admiración manifiesta.

-A este pollo la barba le impide soltar prenda –dijo este último, aplicado de lleno a su labor-. La cuchilla se gastó, así que le afeitaré con el método más rápido que conozco.

Cogiendo unas tenazas, le arrancó a Requejo varios rodales de su tupida barba y de su cabellera. Aquí los gritos no pudieron ser contenidos: Requejo se desgañitaba, mientras su rostro se inundaba con múltiples veneros de sangre. Aun así, continuó negándose a responder a las preguntas de su torturador.

-Pues bien, yo sé cómo puedo hacerte el hombre con los testículos más grandes de toda la Argentina –prosiguió Pittana-. Se te pondrán de un color azul negruzco y parecerán tan grandes como huevos de avestruz.

Sin más añadir, apresó con su diestra el sudoroso escroto de Requejo y le retorció los testículos metódicamente, por espacio de más de diez minutos. Tanto aulló Requejo, tantas violentas contorsiones acometieron su cuerpo, tantas sacudidas de dolor arremetieron contra su cerebro, que sus nervios no pudieron resistir más… Alzó con un último esfuerzo su ensangrentada cabeza, y gritó con un llanto de pasión:

-¡Viva la República!

Acto seguido, expiró y se quedó completamente inmóvil… Estaba muerto.

-¡Maldición! –exclamó el sudoroso Pittana, enfurecido por la frustración de no haber podido culminar el interrogatorio-. El pollo ha resistido demasiado, tanto que ha dejado que se me vaya la mano, y se ha quedado tieso… ¡Hijo de puta! –añadió escupiendo sobre el cadáver de su víctima.

Requejo había sido casi como un hermano mayor para los chicos de la Noche de los Lápices, por lo que huelga mencionar el revuelo que causó en los calabozos la noticia de su muerte. Nunca se habían registrado, en el transcurso de aquellos horribles meses, brotes de rebeldía comparables a los del día que se supo que Requejo no había sobrevivido al tormento que le habían aplicado los represores. Durante casi dos días todo se volvió una batahola de golpes a las puertas, insultos y desafíos a los carceleros, llamamientos de socorro, llantos desgarradores… Las represalias no se hicieron esperar: en cinco días los detenidos no recibieron el menor alimento, y para beber sólo les dieron agua orinada.

CONTINUARÁ…

El jardinero de las nubes.

4 comentarios:

El jardinero de las nubes dijo...

http://magdalenagabetta.blogspot.com/2009/05/que-no-te-maten.html

Mi eterna gratitud, querida Magdalena.

judith dijo...

horrible es poco. lo describes con gran maestria. me alegro que te hayas asesorado muy bien. he hecho un esfuerzo muy grande para leerlo

lanochedemedianoche dijo...

Bueno leerte me llena de indignación y de bronca, todo esto que relatas me sobrepasa, nada sabía de tanto sufrimiento, de esto no se comento nunca, sabíamos de torturas pero esto es lo mas indigno y aberrante, que mi pensamientos vuelan en busca de paz, tremendo jardinero, totalmente absurdo todo lo que paso en mi país, demencial.

Besos

maría magdalena gabetta dijo...

Mi querido amigo, he leído como hipnotizada cada palabra, cada frase y me he estremecido de horror al pensar en lo que tantas personas han sufrido. Es increíble como a pesar de haber sabido después, mucho después de este tipo de aberraciones que practicaron esos personajes siniestros, nunca, ni remotamente he visto el horror tan de cerca como lo vi a través de tus letras. Que Dios se apiade del alma de quienes han debido sufrir esas torturas y que Dios impida que vuelva a ocurrir, pero debemos ayudar a su tarea impidiendo que todo caiga en el olvido. Gracias por este trabajo que conociendo tu sensibilidad sé que te ha costado y te cuesta mucho encarar, aún así lo hacés. Un abrazo. Magda