Se me viene a la memoria cierta fecha de la primavera de 1985. Se celebraba la Feria del Libro en Madrid, y había numerosos puestos distribuidos a lo largo de la Calle Preciados. Yo acababa de comprar el libro del que todo el mundo hablaba en los términos más encomiásticos: “La Historia Interminable”, de Michael Ende. Me sentía tan entusiasmado con la adquisición, que mis pies volaban ligeros hacia la boca de metro de Puerta del Sol.
Ya que llegué allí, mi alegría se vio cortada de un modo brusco. Había una concentración de exiliados argentinos junto a la fachada de “La Mallorquina”, la emblemática pastelería de la Villa y Corte. Los manifestantes empuñaban fotografías de familiares desaparecidos durante el Proceso de Reorganización Nacional (1976-1983). Intentaban llamar la atención de los españoles y pedían al mundo que se agilizaran las gestiones para dar con el paradero de los desaparecidos y para castigar a los represores… 30.000 desaparecidos, mayoritariamente gente joven. La vista de los rostros de las fotografías me turbó en grado sumo, restando toda viveza a mis movimientos posteriores.
Con el transcurso de los años, salieron a la luz historias espeluznantes y barbaries que atentan contra los más elementales principios de humanidad. Aun cuando el pueblo argentino me cogía muy a trasmano, siempre guardé una honda conmoción por todas esas historias que con cuentagotas iban saliendo a la luz: las detenciones, las torturas, las represiones, los asesinatos, la angustia de las Madres de Plaza de Mayo…
Fruto de todas estas cavilaciones, nace la historia que empezaré a ofrecerles de aquí a unos días, cuya redacción ha sido muy pausada por el esfuerzo de documentación, por las emociones desatadas y por cierto acopio de circunstancias personales. Realmente se dice que lo peor que le puede suceder a un escritor es estar rodeado de una atmósfera de estabilidad, y quiero creer que las vicisitudes de los últimos tiempos me han propiciado el abordar registros hasta entonces inexplorados por mi pluma. Un arduo trabajo del que, como autor, no puedo por menos de sentirme satisfecho.
Mi pretensión ha sido mostrar lo repugnante de aquellas dictaduras que persiguen a ultranza la abolición de las libertades de los pueblos y de los individuos. Es necesario aprender del pasado para evitar que lo más siniestro del alma humana salga a relucir de forma cíclica a lo largo de la Historia.
Deseo advertir que ésta que les ofrezco es una historia muy bella, pero también dolorosa. Yo no he vuelto a ser el mismo después de investigarla y redactarla. Una historia mitad real, mitad ficticia. Debido a la crudeza de ciertos episodios, me veo en la precisión de no recomendar su lectura a menores de 18 años ni a personas fácilmente impresionables. Y esto a pesar de que tenía en mi pensamiento a los jóvenes mientras acometía la redacción.
He intentado mostrarme lo más comedido y respetuoso posible, y no ha sido mi intención recrearme en asuntos morbosos a costa del sufrimiento de las víctimas. En el caso de personajes reales, remitiré mediante hipervínculos a las páginas en las que me documenté. Para proteger la historia, he alterado los nombres de ciertos personajes que desempeñaron papeles de suma crueldad durante el Proceso de Reorganización Nacional. A algunos de ellos ya les ha formado causa el juez Baltasar Garzón, acusándoles de crímenes de lesa humanidad.
Sin más que añadir, dedico esta historia a los más de 30.000 desaparecidos, muchos de ellos presentes en el Muro de la Memoria (en el cual he pasado gran cantidad de horas leyendo e investigando); a los familiares de aquéllos y a las Madres de Plaza de Mayo, y a mis amigos argentinos, que tan calurosa acogida han brindado a mis humildes letras.
Asimismo, dedico esta historia a mi gente, a los que tengo cerca (a través de la presencia y los correos electrónicos) y a quienes han soportado mi exceso de celo durante la lenta realización de este trabajo.
Ahora estoy efectuando los retoques finales. En unos días comenzaré a ofrecerles los capítulos que integran esta historia que tanto ha removido mi alma.
El jardinero de las nubes.
Ilustración: "La Noche de los Lápices", de César López.
8 comentarios:
Mi querido amigo, me siento orgullosa de poder llamarte así, sé lo que has trabajado para escribir esta historia y tengo la seguridad de que va a ser extraoordinaria como todo lo que escribís. Espero ansiosa que comiences a deleitarnos con tus letras y desde ya, recibe mi agradecimiento por tan encomiable labor. Un beso y un abrazo desde mi corazón de argentina. Magda
Gracias a ti, querida Magdalena, pues sin tu ayuda, tus ánimos y tu conocimiento de primera mano no me hubiera sido posible seguir adelante con esta historia.
Que Dios te bendiga, como a tu tierra argentina.
Un abrazo.
No conozco exactamente mucho de la historia, pero se que en esos tiempos murio mucha gente como en todas las dictaduras que han existido en latinoamerica. Te leere para documentarme, deseando desde en el fondo de mi corazon que las historias no se repitan, pero en ocasiones tengo muchas dudas ya que estamos viviendo tiempos de mucha descomposicion social e injusticias, sobre todo en venezuela y en el resto de latinoamerica . judith
Vas contar esa triste historia que sufrió mi país, y que tantas madres hoy siguen llorando y esperando por si alguno todavía aparece, es recomendable que la lean quienes no conocen de ella, como tú dices, siempre es posible no cometer los mismos horrores, aunque se del tema, leeré toda la historia contada por un grande como vos mi querido amigo.
Besos
Pues desde ya espero esa lectura. Preciso es dar voz a los que no la tienen.
Como bien dice Lechner: "los miedos tienen historia y para hacer futuro hay que tener memoria"
Un abrazo
Bye
AZUL
ESTOY DESEANDO LEER ESTA HISTORIA, PUES COMO SIEMPRE SABES LLEGAR MUY BIEN A LOS CORAZONES DE LA GENTE. ESTO SEGURA DE QUE CALARA EN LAS ALMAS DE LOS LECTORES, Y TE AGRADECERAN ESTA LABOR TAN GRANDE QUE HACES POR QUE SE SEPA LA HISTORIA DE TAN CRUENTA REALIDAD.
UN ABRAZO MUY GRANDE
Muchas gracias, antes de comenzar a leerlo, ya estoy seguro de que será impresionante... Gracias por seguir regalándonos lo mejor que hay en tí en forma de palabras escritas...
Un abrazo.
Es muy poética la forma en que te das de bruces con el dolor ajeno y te comprometes a escribir esta historia y a poner voz a los inocentes.
Ahora comienzo la lectura.
Te voy contando.
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