Los sueños se cortaron de un modo brusco, y de las comisuras de las bocas comenzaron a manar riachuelos de sangre mezclada con arroz. Se levantaron de sus posaderos, justo en el momento en que las tripas les avisaban con violentos retortijones. Iniciaron un baile alrededor del caldero, que nada tenía que ver con el jolgorio y la satisfacción gastronómica. El dolor les hacía dar saltos, a la vez que aspaban los brazos de un modo histriónico. Escupían fragmentos de dientes, y los ojos amenazaban con escapárseles de sus cuencas. El áulico bigote del primer edil aparecía ultrajado con fragmentos de arroz regurgitado, pegotes de mocos y burbujillas de sanguinolento salivazo. El dolor no aflojaba, y al unísono experimentaron la necesidad de evacuar todo aquello que con tamaña contundencia les estaba afligiendo las tripas. Iniciaron la carrera al retrete, tropezándose los unos con los otros. El retrete era de dimensiones insuficientes para atender a una misma vez las necesidades de todos ellos.
-¡Dejadme paso, que me duele a rabiar!
-¡A mí más todavía!
-¡Yo paso antes, que para eso soy el teniente de alcalde!
-¡Ni lo creas, yo lo merezco más al ser el primer teniente de alcalde!
-¡Primero las señoritas!
-¡No, monina, primero las señoras como yo!
-¡La cultura va por delante!
-¡Nada de eso, lo que da de comer es la agricultura! ¡Allá voy yo primero!
-¡”Se callen, coño”! ¡El alcalde es el que lo merece primero! ¡El primero en todo!
Mientras armaban este frangollo delante de la puerta del retrete para ver quién entraba primero, el fotógrafo aprovechó para hacer la correspondiente instantánea, que abriría las páginas de “NoDotania” con la información de este evento. Y, para más inri, esto tuvo que ocurrir en fechas electorales. Los ediles ofrecieron un ejemplo vivaz y penoso de la teoría de la Selección Natural de Darwin, en clave de merecimientos personales.
Ramoncito el de Necleto, aprovechando la confusión reinante, tomó con discreción las de Villadiego. La lluvia había remitido, por lo que decidió acercarse dando un paseo a la plaza del ayuntamiento. Debido a lo desapacible de la jornada, no se veía un alma por los alrededores. Miró a lo alto, y apreció la ausencia del águila franquista que hasta hacía unas horas presidiera el frontispicio de la casa consistorial. La ley se había cumplido a cargo de los estómagos de quienes en las elecciones de hacía cuatro años dañaran los estómagos de los pobres ancianitos de la residencia.
Ramoncito el de Necleto soltó el trapo a reír, y su risa despertó el brillo de las estrellas entre los menguantes jirones de nubes.
El día de las elecciones, los ediles fueron a la residencia para con sus coches llevar a los ancianitos a ejercer su derecho al voto. No se gastaron muchas palabras, pues en sus bocas faltaban bastantes piezas dentales. De cuando en cuando, dirigían miradas de odio a Ramoncito el de Necleto; pero ninguno fue capaz de hacerle el menor reproche, ya que era sabido el ascendiente que tenía sobre sus compañeros de la residencia, y, ciertamente, no estaba la situación como para dejar peligrar ese manojo de votos tan valioso.
Sin embargo, la noche electoral dio un giro a las tornas. El partido de la oposición se alzó con la victoria en las urnas. Tras largos años de corruptelas, por fin se despejaba el horizonte en ese pequeño municipio; aún era posible dar una oportunidad al optimismo.
Algunos días después, el ex alcalde y los ex tenientes de alcalde acudieron a la residencia hechos unos basiliscos. Sus lenguas escupían clavos y sus ojos centellas.
-¿Cómo puede ser que hayamos perdido las elecciones si nos habéis votado todos vosotros? –meditó el alcalde saliente, mostrando los huecos de sus dientes.
Ramoncito el de Necleto se destacó del grupo de sus compañeros, y dijo con la faz sonriente:
-El trato era que ustedes se comieran el palomo con arroz, y entonces todos nosotros dejaríamos que nos llevaran en sus coches a votar… Pero no se habló nada de a quién debíamos votar.
FIN
-¡Dejadme paso, que me duele a rabiar!
-¡A mí más todavía!
-¡Yo paso antes, que para eso soy el teniente de alcalde!
-¡Ni lo creas, yo lo merezco más al ser el primer teniente de alcalde!
-¡Primero las señoritas!
-¡No, monina, primero las señoras como yo!
-¡La cultura va por delante!
-¡Nada de eso, lo que da de comer es la agricultura! ¡Allá voy yo primero!
-¡”Se callen, coño”! ¡El alcalde es el que lo merece primero! ¡El primero en todo!
Mientras armaban este frangollo delante de la puerta del retrete para ver quién entraba primero, el fotógrafo aprovechó para hacer la correspondiente instantánea, que abriría las páginas de “NoDotania” con la información de este evento. Y, para más inri, esto tuvo que ocurrir en fechas electorales. Los ediles ofrecieron un ejemplo vivaz y penoso de la teoría de la Selección Natural de Darwin, en clave de merecimientos personales.
Ramoncito el de Necleto, aprovechando la confusión reinante, tomó con discreción las de Villadiego. La lluvia había remitido, por lo que decidió acercarse dando un paseo a la plaza del ayuntamiento. Debido a lo desapacible de la jornada, no se veía un alma por los alrededores. Miró a lo alto, y apreció la ausencia del águila franquista que hasta hacía unas horas presidiera el frontispicio de la casa consistorial. La ley se había cumplido a cargo de los estómagos de quienes en las elecciones de hacía cuatro años dañaran los estómagos de los pobres ancianitos de la residencia.
Ramoncito el de Necleto soltó el trapo a reír, y su risa despertó el brillo de las estrellas entre los menguantes jirones de nubes.
El día de las elecciones, los ediles fueron a la residencia para con sus coches llevar a los ancianitos a ejercer su derecho al voto. No se gastaron muchas palabras, pues en sus bocas faltaban bastantes piezas dentales. De cuando en cuando, dirigían miradas de odio a Ramoncito el de Necleto; pero ninguno fue capaz de hacerle el menor reproche, ya que era sabido el ascendiente que tenía sobre sus compañeros de la residencia, y, ciertamente, no estaba la situación como para dejar peligrar ese manojo de votos tan valioso.
Sin embargo, la noche electoral dio un giro a las tornas. El partido de la oposición se alzó con la victoria en las urnas. Tras largos años de corruptelas, por fin se despejaba el horizonte en ese pequeño municipio; aún era posible dar una oportunidad al optimismo.
Algunos días después, el ex alcalde y los ex tenientes de alcalde acudieron a la residencia hechos unos basiliscos. Sus lenguas escupían clavos y sus ojos centellas.
-¿Cómo puede ser que hayamos perdido las elecciones si nos habéis votado todos vosotros? –meditó el alcalde saliente, mostrando los huecos de sus dientes.
Ramoncito el de Necleto se destacó del grupo de sus compañeros, y dijo con la faz sonriente:
-El trato era que ustedes se comieran el palomo con arroz, y entonces todos nosotros dejaríamos que nos llevaran en sus coches a votar… Pero no se habló nada de a quién debíamos votar.
FIN
EPÍLOGO
Definición de "Sátira" según Wikipedia: Estrictamente la sátira es un género literario, pero también la encontramos en las artes gráficas y escénicas. En la sátira los vicios individuales o colectivos, las locuras, los abusos o las deficiencias se ponen de manifiesto por medio de la ridiculización, la farsa, la ironía y otros métodos; ideados todos ellos para lograr una mejora de la sociedad. Aunque en principio la sátira está pensada para la diversión, su propósito principal no es el humor en sí mismo, sino un ataque a una realidad que desaprueba el autor, usando para este cometido el arma de la inteligencia (sic).
La ley 52/2007 de 26 de diciembre sobre la Memoria Histórica establece en su artículo 15 que “Las Administraciones públicas, en el ejercicio de sus competencias, tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas y otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación, personal o colectiva, de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura” (sic).
Al amparo del artículo 15.1 de la ya citada Ley de Recuperación de la Memoria Histórica, “Símbolos y monumentos Públicos”, deben ser retirados de los frontispicios de los ayuntamientos de España los escudos golpistas y anticonstitucionales, representantes de la dictadura franquista, ya que, como explicita la referida ley: “Las Administraciones públicas (...) tomarán las medidas oportunas para la retirada de escudos, insignias, placas u otros objetos o menciones conmemorativas de exaltación personal o colectiva de la sublevación militar, la guerra civil y de la represión de la Dictadura” (sic).
Actualmente, tras más de treinta años de gobierno constitucional, todavía existen en España lugares donde se exhiben estos símbolos denigrantes, bajo los cuales muchas personas padecieron vejaciones y todo tipo de violencias. Símbolos totalmente equiparables a la cruz gamada de las tropas nazis.
¿No es vergonzoso, en pleno siglo XXI, estar bajo la férula de gobiernos locales que se aferran obstinadamente a símbolos y conductas propias de la dictadura franquista?
¡Sólo tú puedes poner las cosas en su sitio, Ramoncito el de Necleto! ¡Ven pronto!
El jardinero de las nubes.
5 comentarios:
¡Pero que razón llevas!
Lástima solo sea un cuento,pero por lo menos en el sitio dónde yo resido me gustaría que esta ultima parte se hiciese realidad,pero pensando en las palabras de Amancio Madrid,el pueblo es de piñon fijo, pero que le vamos a hacer así es la vida...Me ha encantado tu maravilloso cuento,mi enhorabuena,pero lo que es una verdadera pena es que,al día de hoy la gente esté aún tan dormida y sea tan difícil, por no decir imposible hacerles despertar de su profundo sueño.Un abrazo,sigue deleitándonos con tus magníficos cuentos.
Muy buen final, ahora leo y pienso que en todos lados se cuecen Abas, si miramos al sur la hay, en el norte ya... algún día muy remoto cuando cambie el hombre y sus malas costumbre reinara la paz el amor, y porque no la honestidad en esas esferas.
Besos
de verdad amigo, quede totalmente perpleja con el final. yo pense que en espana ya todo esos sentimientos se habian saldado y superado.Eso es terrible porque mucha gente sufrio por causa de esa terrible guerra civil y sistema franquista generado en Espana. Y todavia el dolor queda. buenisimo todo tu relato, y me encanto todo y la forma en que lo transmitiste. un abrazo.
Estupenda moraleja Jardinero!!ahora quien se quiera dar por aludido que lo haga....Tu cuento es una demostracion de como a traves de la ironia se pueden decir verdades como puños sin necesidad de atacar insultando(como se hace en el pueblo)y todo de una manera muy sutil y fina..NO HAY NADA MEJOR QUE LAS COSAS BIEN HECHAS!!ENHORABUENA!!
Me parece genial, no sólo el escrito, también la moraleja: Y es que deberíamos hacer que los políticos se tragaran sus propios errores aunque resulta difícil aún en pueblos pequeños... (tendremos que esperar un par de generaciones más de ancianos...., para que se olviden de "algunas etiquetas impuestas en el régimen" y aún latentes especialmente en elecciones, y sobre todo para que el votante ya con otros conocimientos, tenga más confianza en sí mismo y vote sin miedos y sin supeditarse al "Señorito".
Y es que en los pueblos aún se ven ancianos, que van a la oficina de correos, a los bancos, etc, a que les lean las cartas.... ¿A quién van a votar? a los que ellos creen que saben más, si además en campaña se les recuerda lo malos que fueron los otros, y las posibilidades de llegar otra vez a aquellos tiempos ¿?
¡Ojalá! y fuésemos capaces de ser honestos y borrar por parte de todas las opciones políticas, las etiquetas del pasado, actuar sólo con un programa político y que gane el mejor, quizá consiguiéramos mejores resultados. Pero a la vez que aún quedan mayores con limitaciones culturales y miedos al pasado, hay mucha gente de los “estiraos”, con la certeza de que pueden vivir de la ignorancia del pueblo. Todo acabará....
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