Si es verdad, Dios amado, que no soy capaz de resistir los encantos de la primavera, que tanto alimenta mi melancolía, entonces es cierto que mi vida es un cautiverio. Si no puedo reír cuando los demás ríen, ni llorar cuando los demás lloran, déjame ser la flor que crezca en el muro de mi prisión. Deja que la alondra me tribute una nota de su arpada lengua en medio de mi desazón y que una hebra de amada cabellera se enrede en mis pétalos manchados de polvo.
En el cielo planean golondrinas. Mis ojos las contemplan, y me dan cuenta de que es inútil zafarme de los encantos de la primavera. Tendré que quitarme las telas que me sobran y destapar el dolor que ocultan. Asimismo, mi alma profunda me vencerá algún día y pugnará por derribar los muros de las sombras que la ocultan. Y no es bueno que la mucha luz y el aire fresco busquen su sitio en mi morada neblinosa. El corazón estallará en miríadas de fragmentos, y los labios hablarán de las lamentaciones acopiadas a lo largo de una vida gris y ausente. Y la polvorienta flor que crece solitaria en el muro, será transplantada en fresco arriate, entre perfumes de rosas y jazmines.
Un corazón solitario no puede derrotar a la primavera; hasta la dormida agua del otoño coadyuva a que se yergan las amapolas de mayo, heridas sangrantes de los campos de cereal.
Si es verdad, Dios amado, que no puedo vencer a la primavera, que mi melancolía reviente como las nubes en el cielo de mayo.
Si el amor encuentra su abono en la tristeza, que su florecimiento acontezca en praderas de alegría.
El jardinero de las nubes.
En el cielo planean golondrinas. Mis ojos las contemplan, y me dan cuenta de que es inútil zafarme de los encantos de la primavera. Tendré que quitarme las telas que me sobran y destapar el dolor que ocultan. Asimismo, mi alma profunda me vencerá algún día y pugnará por derribar los muros de las sombras que la ocultan. Y no es bueno que la mucha luz y el aire fresco busquen su sitio en mi morada neblinosa. El corazón estallará en miríadas de fragmentos, y los labios hablarán de las lamentaciones acopiadas a lo largo de una vida gris y ausente. Y la polvorienta flor que crece solitaria en el muro, será transplantada en fresco arriate, entre perfumes de rosas y jazmines.
Un corazón solitario no puede derrotar a la primavera; hasta la dormida agua del otoño coadyuva a que se yergan las amapolas de mayo, heridas sangrantes de los campos de cereal.
Si es verdad, Dios amado, que no puedo vencer a la primavera, que mi melancolía reviente como las nubes en el cielo de mayo.
Si el amor encuentra su abono en la tristeza, que su florecimiento acontezca en praderas de alegría.
El jardinero de las nubes.
4 comentarios:
caramba, me dejaste una sombra de tristeza. Pero todo es un renacer, hasta los mas solitarios pueden renacer y llenarse con todo aquello que colma su espiritu. No hay necesidad de estar rodeado de gente para ser felices. La naturaleza en su gran esplendedor nos bendice dia a dia. No hay como un amanecer radiante, una mirada al infinito de un cielo estrellado, y el renacer de las flores y el pasto en esta epoca tan linda. y te colmo de mil bendiciones desde el fondo de mi corazon por este escrito tan bello y significativo. un abrazo desde la distancia. judith
"...Y no es bueno que la mucha luz y el aire fresco busquen su sitio en mi morada neblinosa...."
Amigo, hay que dejarle tiempo al tiempo. Cada cosa en su lugar, no adelante usted acontecimientos y deje que en su morada entre toda la luz posible y el aire fresco busque su sitio.
Un abrazo.
Bella estación la primavera, y sabia nos trae recuerdos hermosos y algunos tristes, pero amigo mío, que aún no se tu nombre… te digo, nunca estarás solo, tú tienes a Dios en el corazón y allí no existe la soledad, esa misma soledad que tienen muchos que viven en permanente compañía, la tristeza no debe empañar tu primavera solo llenarla de alegrías y disfrutar, sintiendo las maravillas de la naturaleza.
Besos
Es verdad que no podras vencer a la primavera, Ella the vencerá a ti con su encanto y belleza. Besitos.
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