martes, 4 de noviembre de 2008

La musa de Jacob van Ruisdael (VII): Epílogo


A partir de ese momento, el mundo perdió un médico excepcional y recobró un pintor... esto, ¡espléndido!, que diría Salomón van Ruysdael.

Como era de esperar, el primer trabajo que marcó el retorno de Jacob van Ruisdael al mundo de las bellas artes fue el retrato de Judith, tan larga y sentidamente postergado; la retrató junto con su hija cogida en brazos, y la obra resultó de una belleza incomparable. Tales visos de divinidad presentaba el trabajo, que el magistral de la monumental iglesia de San Bavón en Haarlem pensó que se trataba de un cuadro de la Virgen María con el Niño y lo reclamó para exhibirlo en un lugar destacado del templo.

Allí permaneció por espacio de casi tres siglos, hasta que las tropas nazis invadieron Holanda en 1940, saqueando a la sazón la citada iglesia... Y ya la pintura no se la volvió a ver en su lugar de antaño.

Hoy día existen todavía algunos ancianos (cada vez menos) que recuerdan lo maravilloso que era aquel cuadro.

Por otra parte, ocioso es referir que Jacob se casó con su musa Judith y que fue un padre ejemplar para la hija de ella, a la que pusieron por nombre Catalina.

Desde entonces, no se tuvo constancia de que hubiera otra familia que demostrara tener mayor felicidad y armonía en toda la populosa ciudad portuaria de Haarlem.

FIN

Ilustración: “Paisaje de invierno” de Jacob van Ruisdael.

El jardinero de las nubes.

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