Al llegar junto a la fachada de la iglesia de la Pietà, en la cual prestara sus funciones como párroco el célebre compositor Antonio Vivaldi, Genaro hizo que interrumpiésemos nuestro paso. El cielo estaba dividido en dos tonalidades contrapuestas, y el sol victorioso mostraba sus reflejos en las olas del ancho canal de San Marcos. Las gaviotas y palomas volvían a plagar los aires con su jovial batir de alas.
-Yo sabía que alguna vez tendría que explicarte lo que estás a punto de escuchar -principió mi maestro con extraña solemnidad-. Puede que te sea útil o no. De todas formas, siempre he pensado que debía ser lo último que supieras por mi propia boca. En nuestras andanzas nos hemos topado varias veces y nos hemos deleitado con la dulce melodía del Cuculus Canorus. ¿Sabes a qué ave me refiero?
-Claro que sí: el cuco de plumaje pardo -afirmé como quien se tiene bien sabida la lección-. Sin embargo, salvo esto, pocas cosas sé más acerca del Cuculus Canorus.
-La hembra del cuco puede llegar a poner diez o quince huevos -prosiguió Genaro-. Pero ella no se encarga de empollarlos; se allega a los nidos de otras aves cantoras, destruye uno de los huevos que allí encuentra y lo sustituye por el suyo. Luego nace el polluelo empollado por su madre adoptiva y ¿qué crees que hace éste?
-Lo único que usted me dijo es que el polluelo de cuco tiene la piel desnuda al nacer, sin ningún género de plumas.
-Bueno, pues has de saber que el polluelo de cuco se abre camino en la vida rabiosamente. Aparta de su proximidad a los demás huevos del nido o a otros polluelos que ya hayan abierto el cascarón. Todos los mejores bocados han de ser para él: moscas, larvas, arañas... Y la madre adoptiva, ilusa de ella, lo sigue alimentando, aun a costa de la inanición de sus auténticos polluelos. Naturalmente, los cucos saben en qué nidos han de depositar sus huevos: los nidos de Anthus Trivialis, que son aves que no destacan por su inteligencia... ¿Sabes a qué especie me refiero?
-Claro, maestro, me lo enseñó usted hace mucho tiempo -respondí con cierto tonillo de vanidad herida-. Se refiere a la bisbita arbórea, Anthus Trivialis, esa ave que en la época de cortejo extiende sus alas en forma de abanico, se lanza hacia abajo describiendo un vuelo en espiral, al tiempo que gorjea ruidosamente, y ya que toma tierra guarda un silencio absoluto.
-Hum, veo que recuerdas mis palabras literalmente -admitió Genaro sin poder disimular la satisfacción que esto le producía-. En fin, mi querido muchacho, ahora ha llegado el momento de imitar al Cuculus Canorus. Esta obra que quería emprender tengo que dejarla en tus manos. Es posible que aún no estés lo bastante preparado, pero en tu alma subyace buena simiente y algún día saldrá a descubierto lo que ahora permanece entre sombras.
Genaro desvió la mirada hasta la no muy distante isla de Murano, cuyas fábricas de vidrio se erguían airosas por encima de la soleada laguna. El verano estaba recobrando por momentos el imperio que le había arrebatado la tempestad de forma transitoria. Desde detrás de la curva que describía el Arsenal en el extremo oriental de Venecia, una imponente fragata de combate iba exhibiendo la deslumbrante disposición de su aparejo, en tanto que se adentraba en la laguna de un azul turquesa. Como si la presencia de la nave concitara al resto de las embarcaciones de los alrededores, la laguna y los canales recuperaron de inmediato su habitual bullicio de velas y remos. Era una estampa de una belleza indescriptible, tan a menudo reproducida en los tapices venecianos.
-Paul, me espera un horizonte tan amplio como el que ahora estamos contemplando -señaló Genaro, acariciando mis cabellos.
Como se diera la casualidad de que un gondolero amarrara su embarcación a escasos metros de donde nos hallábamos, Genaro le fue a los alcances y le preguntó si le podría llevar al Lido a cambio, claro está, de una generosa remuneración. El buen menestral no opuso ninguna traba y le comunicó a mi maestro que en breves minutos partirían hacia la isla que actuaba de frontera natural entre el mar Adriático y la laguna veneciana.
Con la conciencia de la separación que estaba a punto de verificarse entre nosotros, Genaro regresó a mi lado y por mutuo impulso nos fundimos en un abrazo emocionado. Yo pugnaba por mantener mi mente refractaria a todo pensamiento o especulación sobre mi futuro sin la entrañable presencia de Genaro Andolini. Él había sido el labrador, y me entristecía sumamente el hecho de que acaso nunca llegase a deleitarse con la realidad de su cosecha... un pensamiento que forjé a posteriori, cuando la góndola que lo conducía a su destino se desvanecía entre los resoles de la laguna.
Antes de que nos separáramos me puso sus manos sobre los hombros, y su mirada traspasó la frontera de mis ojos, hasta un rincón aún más distante que los sentimientos más profundos. Escuché entonces unas palabras que no vinieron acompañadas de movimiento de labios, cual tardía renovación del voto antaño olvidado:
-Que la lección del cuco sea la última que lleves a la práctica en todos los años de tu vida.
La góndola se tornó un punto en la lejanía, antes de que yo adoptara la decisión de regresar a la fonda para participarle a Roncalli lo relativo a la marcha de Genaro y al aborto definitivo de nuestro proyecto.
La no terminación del tratado sobre las aves de la península itálica ha sido el mayor triunfo de Andolini, por cuanto me pasó el relevo de una labor a la que consagraría los mayores esfuerzos de mi adolescencia y juventud. El único fracaso es pensar en mi maestro y cerciorarme de que ya hace mucho tiempo que se fue de mi lado. No podría olvidarle aunque me lo propusiera con empeño.
FIN
TODA MI INFANCIA Y JUVENTUD ATESORÉ ESTE PROYECTO Y NO FUI CAPAZ DE CONCLUIRLO. LLEGÓ EL MOMENTO EN QUE ME CANSÉ DE ESCRIBIR PARA MÍ SOLO, Y ME DI CUENTA DE QUE NO HABÍA HECHO OTRA COSA QUE ARAR EN EL MAR, DONDE LOS SURCOS NO HACEN MELLA. VEINTE AÑOS ACARICIANDO UNA ESPERANZA, Y UN BUEN DÍA, SIN AVISO PREVIO, LANGUIDECIÓ EN LO PROFUNDO DE MI ALMA. GENARO ANDOLINI SEGUIRÁ CON SU MISTERIO, MISTERIO HASTA PARA EL AUTOR QUE LO CONCIBIÓ Y QUE NO FUE CAPAZ DE SACARLO ADELANTE.
El jardinero de las nubes.
-Yo sabía que alguna vez tendría que explicarte lo que estás a punto de escuchar -principió mi maestro con extraña solemnidad-. Puede que te sea útil o no. De todas formas, siempre he pensado que debía ser lo último que supieras por mi propia boca. En nuestras andanzas nos hemos topado varias veces y nos hemos deleitado con la dulce melodía del Cuculus Canorus. ¿Sabes a qué ave me refiero?
-Claro que sí: el cuco de plumaje pardo -afirmé como quien se tiene bien sabida la lección-. Sin embargo, salvo esto, pocas cosas sé más acerca del Cuculus Canorus.
-La hembra del cuco puede llegar a poner diez o quince huevos -prosiguió Genaro-. Pero ella no se encarga de empollarlos; se allega a los nidos de otras aves cantoras, destruye uno de los huevos que allí encuentra y lo sustituye por el suyo. Luego nace el polluelo empollado por su madre adoptiva y ¿qué crees que hace éste?
-Lo único que usted me dijo es que el polluelo de cuco tiene la piel desnuda al nacer, sin ningún género de plumas.
-Bueno, pues has de saber que el polluelo de cuco se abre camino en la vida rabiosamente. Aparta de su proximidad a los demás huevos del nido o a otros polluelos que ya hayan abierto el cascarón. Todos los mejores bocados han de ser para él: moscas, larvas, arañas... Y la madre adoptiva, ilusa de ella, lo sigue alimentando, aun a costa de la inanición de sus auténticos polluelos. Naturalmente, los cucos saben en qué nidos han de depositar sus huevos: los nidos de Anthus Trivialis, que son aves que no destacan por su inteligencia... ¿Sabes a qué especie me refiero?
-Claro, maestro, me lo enseñó usted hace mucho tiempo -respondí con cierto tonillo de vanidad herida-. Se refiere a la bisbita arbórea, Anthus Trivialis, esa ave que en la época de cortejo extiende sus alas en forma de abanico, se lanza hacia abajo describiendo un vuelo en espiral, al tiempo que gorjea ruidosamente, y ya que toma tierra guarda un silencio absoluto.
-Hum, veo que recuerdas mis palabras literalmente -admitió Genaro sin poder disimular la satisfacción que esto le producía-. En fin, mi querido muchacho, ahora ha llegado el momento de imitar al Cuculus Canorus. Esta obra que quería emprender tengo que dejarla en tus manos. Es posible que aún no estés lo bastante preparado, pero en tu alma subyace buena simiente y algún día saldrá a descubierto lo que ahora permanece entre sombras.
Genaro desvió la mirada hasta la no muy distante isla de Murano, cuyas fábricas de vidrio se erguían airosas por encima de la soleada laguna. El verano estaba recobrando por momentos el imperio que le había arrebatado la tempestad de forma transitoria. Desde detrás de la curva que describía el Arsenal en el extremo oriental de Venecia, una imponente fragata de combate iba exhibiendo la deslumbrante disposición de su aparejo, en tanto que se adentraba en la laguna de un azul turquesa. Como si la presencia de la nave concitara al resto de las embarcaciones de los alrededores, la laguna y los canales recuperaron de inmediato su habitual bullicio de velas y remos. Era una estampa de una belleza indescriptible, tan a menudo reproducida en los tapices venecianos.
-Paul, me espera un horizonte tan amplio como el que ahora estamos contemplando -señaló Genaro, acariciando mis cabellos.
Como se diera la casualidad de que un gondolero amarrara su embarcación a escasos metros de donde nos hallábamos, Genaro le fue a los alcances y le preguntó si le podría llevar al Lido a cambio, claro está, de una generosa remuneración. El buen menestral no opuso ninguna traba y le comunicó a mi maestro que en breves minutos partirían hacia la isla que actuaba de frontera natural entre el mar Adriático y la laguna veneciana.
Con la conciencia de la separación que estaba a punto de verificarse entre nosotros, Genaro regresó a mi lado y por mutuo impulso nos fundimos en un abrazo emocionado. Yo pugnaba por mantener mi mente refractaria a todo pensamiento o especulación sobre mi futuro sin la entrañable presencia de Genaro Andolini. Él había sido el labrador, y me entristecía sumamente el hecho de que acaso nunca llegase a deleitarse con la realidad de su cosecha... un pensamiento que forjé a posteriori, cuando la góndola que lo conducía a su destino se desvanecía entre los resoles de la laguna.
Antes de que nos separáramos me puso sus manos sobre los hombros, y su mirada traspasó la frontera de mis ojos, hasta un rincón aún más distante que los sentimientos más profundos. Escuché entonces unas palabras que no vinieron acompañadas de movimiento de labios, cual tardía renovación del voto antaño olvidado:
-Que la lección del cuco sea la última que lleves a la práctica en todos los años de tu vida.
La góndola se tornó un punto en la lejanía, antes de que yo adoptara la decisión de regresar a la fonda para participarle a Roncalli lo relativo a la marcha de Genaro y al aborto definitivo de nuestro proyecto.
La no terminación del tratado sobre las aves de la península itálica ha sido el mayor triunfo de Andolini, por cuanto me pasó el relevo de una labor a la que consagraría los mayores esfuerzos de mi adolescencia y juventud. El único fracaso es pensar en mi maestro y cerciorarme de que ya hace mucho tiempo que se fue de mi lado. No podría olvidarle aunque me lo propusiera con empeño.
FIN
TODA MI INFANCIA Y JUVENTUD ATESORÉ ESTE PROYECTO Y NO FUI CAPAZ DE CONCLUIRLO. LLEGÓ EL MOMENTO EN QUE ME CANSÉ DE ESCRIBIR PARA MÍ SOLO, Y ME DI CUENTA DE QUE NO HABÍA HECHO OTRA COSA QUE ARAR EN EL MAR, DONDE LOS SURCOS NO HACEN MELLA. VEINTE AÑOS ACARICIANDO UNA ESPERANZA, Y UN BUEN DÍA, SIN AVISO PREVIO, LANGUIDECIÓ EN LO PROFUNDO DE MI ALMA. GENARO ANDOLINI SEGUIRÁ CON SU MISTERIO, MISTERIO HASTA PARA EL AUTOR QUE LO CONCIBIÓ Y QUE NO FUE CAPAZ DE SACARLO ADELANTE.
El jardinero de las nubes.
7 comentarios:
de verdad amigo tremendo relato. Asi es la vida un circulo de encuentros, desencuentros y separaciones. De eso no hay la menor duda. Confieso sinceramente que he aprendido mucho a traves de tu historia. Ha sido un recorrido muy interesante por la geografia de Italia y Venecia. Y tambien he aprendido un poco de las aves que habitan por aquellas localidades. Como dicen la naturaleza es una maravilla y hay que valorarla. Gracias por ofrecernos tan bello relato.
Después de leerte he comprendido tantas cosas, también a medida que leía fui desgranando la historia que muy delicada se fue desarrollando sin pausas , y al final donde explicas aquello que no lograste hacer, llego ese sentimiento tan emotivo cuando leemos con fervor a narradores tan completos un maestro de la narrativa, te felicito te dejo un beso enorme.
Feliz navidad amigo...
Jardinero estaba angustiada por saber que historia tenía oculta Genaro, ayer estaba ansiosa porque llegara ésta mañana y esta mañana, al leer la "entrega", quedé triste por la separación de los protagonistas, porque la historia acababa y sobre todo porque acaba sin saber cuál fue el sufrimiento tan atroz que azotó tan fuerte a Genaro.
Fueron unos leves, momentos de desilusión, mezclada con tristeza…. pero rápidamente pensé que tenía que buscar un trasfondo distinto al "cotilleo", debía buscar otra cosa… y como el día ha sido muy laborioso, lo dejé para mi vuelta a casa, ésos momentos, que yo siempre dedico a mis "pensamientos", en soledad y en mi coche. Y ha sido entonces, cuando he pensando en lo injusta que es la vida, como se ceba con algunas personas, me duele porque veo en Genaro, a miles de casos que existen en nuestra sociedad, y me duele, porque yo daba por hecho, que tendría un feliz final, sin embargo, la vida no siempre es así y la felicidad que encontró fue tan efímera, que dan ganas de pensar que se trataba de una broma pesada del destino, para que me das, si me lo vas a volver a quitar, pero ….. estoy segura que Genero, en alguna gruta, en algún lugar, volvió a encontrar un alma sincera que le devolvió las ganas de vivir, pasaría tiempo, pero creo que volvió a renacer. Así es la vida.
Gracias, amigas, en especial a ti, Sonrisa, que no te lo puedo agradecer por otro conducto.
Un abrazo y Feliz Navidad.
Había escrito amplio comment y el sistema me sacó, ya we termino mi tiempo. Besito.
Un poco de insomnio y aprobecho para venir y en mi comentario decir que este escrito fue informativo ya que me es muy grato enterarme acerca de esta ave, si! Ademas del detalle de daeles a otras aves la tarea de empollar y criar sus hijitos. Y otros cosas mas. Hermoso texto. Lo siento si no pudiste cumplir lo encargado. Abrazos.
Bien, es aqui donde commence a leer, donde percivi la hermosa historia muy buena historia, bien narrada, el idioma de lo major aprendo mucho,las descripciones, los detalles de los personajes y lugares, muy interesantes, triste final, pero me gusto.
(ya habia escrito anteriormente mi commentario, ahi lo tienes otra vez. Besos amigo mio.
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