domingo, 21 de septiembre de 2008

Balada otoñal


Aldea, en estos meses crepusculares te vuelves como balneario, y el silencio se convierte en tu música de fondo. El azul del cielo empieza a distanciarse y es recorrido por anchos cinturones de pájaros migratorios y estelas de aviones comerciales. El viejo metal de la campana del ayuntamiento es respondido por el reloj de la torre de la iglesia. En las horas centrales del día, con la fogarada del sol senil, se levanta el olor a mosto y a cepa en descomposición. Los árboles colorean sus hojas, y las tobas parecen el vello de tu tierra agotada.

El pueblo se refugia tras las ventanas, y las antenas se diría que zumban por una mayor dedicación en sus funciones. En los carasoles aún se verá alguna ancianita sentada junto a su puerta, dormitando con un párpado caído y el otro deslizante. El frío atenaza el acero de los veladores de la Plaza, y ya no se hacen de apetecer las cervezas estivales. Aún no ha pasado mucha tarde cuando el sol, extenuado tras sus inútiles empeños, muerde la raya del cielo.

Las yerbas del campo de fútbol crecen entre mechones amarillentos, y el verdor que antes tenían parecen cedérselo a las melancólicas aguas de la picina.

Las bandadas de cigüeñas forman ruedas en la cima del firmamento, y las nubes muestran rodales de azul paloma.

Si la noche se presenta levemente nubosa, el disco de la luna aparece rodeado de anillos de plata esfumada. Salen de ronda los amigos de bares. Al regreso, alguno con la vejiga presionada y la brasa del cigarro en la comisura, se aparta a un rincón solitario a mojar adoquines. El sonido del motor de un coche se pierde entre las calles distantes. Al remate de los montes de Poniente, se quiere adivinar el resplandor de Puertollano.

Amanece, pueblo de mi corazón. Haz por continuar vivo. Gentes de hoy y de ayer, haced que resurja de sus cenizas. Si mis riegos os sirven de algo, tomadlos en abundancia.

Pueblo otoñal, solar de la Castilla nocturna,¿qué has hecho de mi vida?

El jardinero de las nubes.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Precioso lugar, que sin conocer en persona ya me resulta familiar.
Me gusta mucho la manera en que nos paseas de la mano por tu tierra, la narrativa es rica en detalles y descripciones del lugar.
Asi da gusto viajar, porque esta es otra forma de conocer lugares.
Un fuerte abrazo y gracias :-)

Carlos dijo...

Pues estas invitada a venir a este gran pueblo, ademas te invito a que veas algo más de él en lagentealdeana.blogspot.com, aunque ya se que el Jardinero describe nuestro pueblo de una forma muy especial que da gusto leer y te lleva a esos lugares aunque no se conozcan o estes muy lejos de ellos.

Anónimo dijo...

Mucha melancolía en tus letras de ayer, una bella forma de describer el pueblo de ALDEA, detalles que al mencionarlos una los ve los siente y causan en mi emoción siempre que te leo, son emociones mixtas que llegan al corazón y humedecen la vista. Besos.